miércoles, 17 de mayo de 2017
El Confidente
Solo hizo falta echarle un vistazo al mapa “avalista” de los candidatos a la Secretaría General del PSOE, para darse cuenta de que, el partido está más dividido que nunca, entre “radicales” (según se citan ellos mismos) del norte y los “moderados” sureños.
La
presentación de los avales a la Gestora, por parte de cada uno de los tres
candidatos, vino a ser como una encuesta entre la militancia, que da idea de
los apoyos que pueden tener cada uno de ellos. El balance de los mismos da una
ventaja de algo más de 6.000 avales en favor de Díaz, a pesar de contar con el
apoyo del “aparato” del partido. Dicho lo cual, esto no asegura en modo alguno,
que la victoria (aunque solo sea por un voto) esté en su mano, porque una cosa
es el aval, que se da de forma nominativa y transparente fruto del compromiso,
y otra muy distinta puede ser el voto secreto.
El
agrio debate entre Susana Díaz y Pedro Sánchez (el aprendiz de árbitro, Patxi,
no cuenta) puso en escena frente a los electores, cuán de enfrentados están los
dos sectores. Creo que esta escena perjudica al partido, porque en este país y
por tradición, los electores castigamos al partido que muestra división o enfrentamiento
interno.
A
día de hoy, nadie es capaz de predecir cuál será el resultado final en la
votación para secretario general, lo que parece claro y diáfano, es que Pedro
Sánchez con su modelo radical del “no es no”, ha conseguido hacer revivir un
sentimiento que ya estaba superado en su partido desde hace años, cual es el
odio al adversario político. Debo añadir en su descargo, que él no hizo más que
continuar lo que en su día inició Pepe Blanco, con su discurso revanchista de
odio al PP, alentado y permitido por Rodríguez Zapatero.
El
“pedrismo” en resumen, no es más que el intento de conseguir el poder,
pregonando odio hacia el adversario político, que no a través de las propuestas
políticas que puedan ilusionar o encandilar a los votantes.
Lo
que vi en Pedro Sánchez antes de la votación del Comité Federal del pasado
octubre, fue exponer abiertamente, odio al adversario en lugar de presentación
de proyecto. Aunque también es verdad, que la varonesa del sur tampoco ha
explicado cuál es su proyecto político y el único proyecto concreto que expresó
Sánchez en el debate, no fue otro que su intención de pedir la dimisión de
Rajoy. ¿Y cómo lo haría, si él no es ni tan siquiera diputado?
Así
pues, la votación por ocupar el cargo de Secretario General del partido, no
será en base a proyecto político, sino en base a “simpatía” o afecto. En
resumen, dos candidatos que omiten explicar cuál es realmente su proyecto político
en favor de los ciudadanos: los insistentes “no
es no” de uno y el “yo solucionaré
tus problemas” de la otra, serán como mucho topicazos, pero no propuestas
de gobierno útiles para los ciudadanos.
Sea
cual sea el resultado de las primarias, lo que se perfila es que ni Díaz piensa
acatar los dictados de Sánchez, ni este piensa obedecer a Díaz. Por tanto, los
problemas en el partido prometen aumentar. De momento la presentación de avales
y el posterior agrio debate, no hace nada más que certificar que la brecha
entre los dos bandos sigue abierta. Siendo muy difícil que cualquiera de estos
dos candidatos, ganando la secretaría general, pueda integrar a la otra parte;
el odio está servido y lo ha estado cocinando Sánchez durante mucho tiempo.
No
creo que se puedan calmar las rivalidades, ni mucho menos que se puedan
fusionar ambos sectores. Es impensable, que el fracturador de un grupo pueda
ejercer a modo de soldador después. Y en este caso tienen nada menos que dos
fracturadores.
El
enconamiento entre los dos bandos (oficialistas y renovadores) viene tan de
lejos en el PSOE, que en tiempos de Felipe González ya suponía un problema de
partido.
Creo
que este problema solo tiene una salida: buscar un nuevo candidato, no
identificado con ninguno de los dos que hay ahora, y a ser posible, que ni tan
siquiera hable de ellos. Un nuevo candidato sería votado por la militancia de ambos
bandos, ya que con ello, cada bando desbancaría al contrario, es decir en
cierta manera, podrían ejercer un castigo al candidato contrario; una mera
cuestión de aplacar fobias, que no de elección de proyecto político.
Está
muy bien y parece lógico, que la militancia de un partido político elija por
sufragio a su líder en primarias, pero antes de llegar a este punto, la
militancia debe huir de comportamientos viscerales en unos casos, o de
intereses personales en otros. El sufragio en primarias solo tiene sentido,
desde la mayor objetividad posible, que pueden aportar unos conocimientos
políticos suficientes, cimentados por el sentido común.
Fuera
de estos parámetros, las primarias son como armas que carga el diablo y por
tanto pueden dispararse en cualquier dirección; recuerdo el reciente ejemplo de
Fillon en Francia: es elegido en primarias y según todos los sondeos le daban
como ganador de las elecciones, después le explota un caso grave de irregularidades,
pero él no quiere renunciar y la legitimidad de las primarias, impidió que el
partido le pudiera echar, con lo cual su partido acabó perdiendo las
elecciones.
El
compromiso político o la militancia política, y los buenos militantes que puede
tener un partido político, son aquellos que lo son por conciencia, por estudio
y por reflexión, los demás, entre los que abundan quienes buscan un empleo bien
pagado al amparo del poder, si bien engrosan la lista de militantes y eso puede
dar una sensación de fuerza, en un momento de crisis, solo son un estorbo para
el proyecto.
Me
temo que los militantes del partido se equivocaron plenamente, eligiendo sin
ton ni son, primero a Zapatero y después a Sánchez; estas decisiones me parecieron
una sandez.
Etiquetas: upsoelastradoodio
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