viernes, 20 de enero de 2017
El Confidente
La soledad que genera el
aislamiento social
El Instituto
Nacional de Estadística (INE) estima que la cifra de viviendas ocupadas en España
alcanza el número de 18.346.200, de las cuales 4.584.200 (según sus datos) son
hogares unipersonales, es decir, prácticamente el 25% de las viviendas
españolas mantienen la fórmula habitacional de una sola persona por hogar. Este
cambio profundo con tendencia alcista, que supone el hogar unipersonal afecta principalmente
a hombres menores de 65 años y mujeres en la tercera edad, principalmente
viudas.
Las causas
de este aislacionismo familiar pueden ser diversas, pero no todos estamos
preparados para mantenernos satisfactoriamente en esta situación y si bien
algunas personas son aislacionistas convencidas, la gran mayoría vive sola
debido a su situación circunstancial.
Vivir solo
comporta la ventaja de no tener que compartir decisiones con otros familiares,
pero puede aflorar un sentimiento de aislamiento social y por tanto, una
sensación de soledad.
En cierta
manera, el aislamiento social se está convirtiendo en un problema, aún cuando
la administración (de todos los colores) simule ignorar la situación.
Cada vez
más, la medicina reconoce las nefastas consecuencias de la soledad no buscada: desfavorables
consecuencias de nivel mental, emocional, e incluso a nivel físico.
Se ha
publicado un estudio sobre el tema en Estados Unidos, donde se alerta de un
fuerte incremento en la cantidad de familias monoparentales, cuando ya un
tercio de los mayores de 65 años viven solos, así como la mitad de los mayores
de 85 años.
En el informe
se citan varias investigaciones que sugieren, que vivir socialmente aislado es
perjudicial para el género humano. Se comenta haber observado, como las
personas con menos conexiones sociales presentan modelos de sueño discontinuo,
alteraciones en el sistema inmunitario, e incluso niveles más altos de hormonas
relacionadas o producidas por el estrés. Otro estudio revela como existe una
estadística en la que el aislamiento social aumenta el riesgo de cardiopatías
en un 28% y de infarto en un 31%. Se cita incluso, un resumen de 70 estudios
sobre el tema, de los que se deduce, como en las personas socialmente aisladas,
tienen mayor riesgo de morir en los siguientes 8 años de iniciarse esta
situación; concretamente el riesgo se cifra en un 30% mayor, que en las
personas que no viven solas.
Al final se
concluye, que aunque pueda parecer inverosímil, la soledad es un factor de
riesgo por muerte prematura tan importante como la obesidad y el tabaquismo.
La evidencia
de los perjuicios que puede generar el aislamiento social es nítida. El qué hacer al respecto para mitigar tal problema
ya no lo es tanto.
La realidad en
nuestro modelo social, es que la soledad viene siendo un problema en especial
engañoso, porque aceptar y hablar de nuestra soledad conlleva una profunda
estigmatización, ya que supone admitir que estamos solos, o lo que es lo mismo,
admitir que hemos fallado en terrenos fundamentales de la vida, ya sea en el
amor, en los sentidos de pertenencia o de apego a la familia, todo ello va en
contra del instinto que supone mantener nuestra reputación y hace que no sea
fácil pedir ayuda.
Etiquetas: solgeneprobsocial
Suscribirse a Entradas [Atom]