lunes, 3 de octubre de 2016

Diario de a bordo


Semana de “Circus Maximus” en Ferraz

El pasado miércoles y vía televisiva, empezamos a asistir en directo, a una pelea por el poder, en la puerta del PSOE de Madrid, cuando un portavoz presentaba las dimisiones de 17 miembros de la Ejecutiva del partido, sumándose a otras 3 vacantes.

Suponiendo por un momento, que Sánchez tuviera razón, admitiendo incluso, que él sinceramente creyera en su razón, lo que no es de recibo, es que se atrincherase en el bunker de Ferraz, impidiendo incluso dejar entrar a algunos de sus compañeros, por la sectaria razón de que “son críticos” con él y por tanto, señalándolos implícitamente como enemigos.

Cuando la presidenta del Comité Federal, se acerca hasta el local para entregar un escrito, pidiendo que se reúna la Comisión de Garantías y emitiera un informe sobre lo que estaba ocurriendo, la tiene dos horas esperando sin dejarla pasar de la entrada. Pero hay algo mucho más feo y evidente: Sánchez se resiste a que se reúna la Comisión de Garantías, cuando fue él, quien ante un problema judicial impuso una Gestora que ahora está funcionando en Galicia.

La función continuó el viernes, cuando varios de los altos cargos del partido, siendo entrevistados en las cadenas de televisión, “casualmente” explicaban que todo era un enfrentamiento por ideas: apoyar con la abstención un gobierno del PP o no, citando que se había convocado para el sábado, un Comité Federal para dilucidar tal cuestión. Todo esto me suena a falacia de las gordas y más cuando está a la vista que es una pugna por el poder; lo que pudo suceder, creo yo, es que ninguno de los dos bandos creía al otro, capaz de atreverse a lanzarle a la cara públicamente un serio desafío, pero en el fondo todo fue una pelea entre dos facciones, para controlar el partido y sobre todo, para evitar que Sánchez acabara intentando pergeñar su pacto secreto con Podemos.
La división en dos bandos en el partido se remonta a 2014 y arranca con el nombramiento de Sánchez, lo que ocurre es que los estallidos son imprevisibles y siempre activa el detonante, quien es más atrevido o quien se siente más arrinconado, en este caso el contradictorio e incoherente Sánchez, que se arrogaba el ser el único secretario general del partido elegido en primarias, cuando antes que él lo había sido Borrell.

Lo saludable en un sistema democrático maduro, es castigar al liderazgo político incoherente o mentiroso, por la sencilla razón, de que un gobernante que hoy me engaña por uno, mañana me puede engañar por ciento.

El Comité del sábado continuó la función: desde insultos a la entrada a los miembros de la reunión hasta la prohibición de entrar en el local a los periodistas, e incluso acusaciones de que se había dejado entrar a personas que no pertenecían al Comité. Dentro de la reunión también hubo gritos, insultos y según dicen, hasta un intento de agredir a Sánchez.
Sánchez y su lugarteniente Luena, emplearon un amplio abanico de recursos defensivos: convocaron dos órdenes del día distintas para sembrar confusión, no admitieron que la totalidad de la ejecutiva estaba dimitida con los estatutos en la mano, permitieron votar a esos 17 miembros de la ejecutiva dimitidos, pero no a los 17 que habían dimitido mediante un escrito el martes. Impidieron hasta el último momento que se efectuara cualquier votación durante 11 horas. Finalmente Improvisaron sin conocimiento de la parte crítica, una urna sin control detrás de una mampara blanca, para votar sin censo y sin garantías, lo cual desató la ira no sólo del sector crítico, sino de algunos de los pedreristas.
Al final con los ánimos muy encendidos, el sector crítico estatutos en mano, inicia una recogida de  firmas –requiere un 20% de los asistentes- para iniciar una moción de censura contra Sánchez; el porcentaje requerido eran 40 pero recogen 130 firmas; ante ello la mesa, de mayoría pedrerista dice no reconocer las firmas presentadas.
Viéndose muy presionado, el sector pedrerista accede a que se haga una votación nominal sobre si debe haber Congreso Extraordinario en unos pocos días; el sector crítico gana la votación y el correoso Sánchez acaba dimitiendo. Fin de la función.

En todo caso -y esto perjudica al voto del PSOE-, los españoles hemos visto como han montado un “circus maximus” a la puerta del partido, donde no han actuado payasos, pero hemos visto como políticos gladiadores blandían sus palabras cual venablos unos contra otros, escenificando a la vista de todos, que en el fondo todo era una lucha por el poder: echar a Sánchez.
Las escenas han sido lo suficientemente ilustrativas, para demostrar que nada de lo que se nos decía desde la dirección del partido en campaña electoral, mostrando una preocupación por solucionar los problemas de los ciudadanos, era cierta, simplemente pretendían defender su poder personal. Según algunos del sector crítico, el No es No, era simplemente para justificar ante los suyos, un pacto secreto –según dicen- con Podemos.

Susana Díaz fue la que habló de “coser” el roto en el partido, lo cual me parece muy difícil y siendo posible reconducir la situación, en el mejor de los casos un enfrentamiento entre quienes se han llegado a considerar “enemigos”, siempre deja resquemor y desconfianza entre los dos bandos.
En favor de Sánchez debo decir, que no considero que fuera él quien iniciara la división entre los ciudadanos, que luego se trasladó al interior del partido, sino el sectario Zapatero, quien con su vileza encendió el odio guerracivilista entre los españoles; una cuestión que había sido acertadamente superara en la transición. 

Pase lo que pase, todo apunta a que podría darse una escisión del partido; de lo que no creo se salven es de unos resultados electorales todavía más menguantes si vamos a tercera elecciones, pues todo apunta, a que a los ciudadanos no les ha gustado la sesión de circo: ni las formas -los procedimientos y triquiñuelas casi “mafiosas” empleadas en todo este proceso-, ni el fondo.

Mijail

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