martes, 13 de septiembre de 2016

Diario de a bordo


La legislatura del miedo (1)

Pronto llegaremos a los 300 días de gobierno “en funciones” y no hay visos de que pueda haber un gobierno en firme.
Esta situación está agitada por la presión del miedo: miedo de Rajoy a no ser presidente, miedo del PP a no poder gobernar, miedo de los empresarios a grandes cambios laborales y comerciales, miedo de Sánchez a perder la secretaría general del partido, miedo del PSOE a seguir bajando en las próximas elecciones y a que Podemos les sobrepase, miedo de Ciudadanos y Podemos a perder aún más votos en próximas elecciones, miedo de la UE a la inestabilidad en nuestro país y por último, miedo de los ciudadanos a todos ellos; vaya tropa.

Como en otras muchas situaciones en la vida, la culpa no es de nadie pero es de todos, es decir, tanta culpa tenemos políticos como electores. No creo en esa idea “políticamente correcta” según la cual “el electorado no se equivoca”; el electorado se puede equivocar como cualquier hijo de madre.
Pero lo práctico es que llegando al punto actual, prime el sentido de utilidad; de nada sirve especular buscando al primer culpable de la situación o al segundo, lo que de verdad importa, es la solución al problema, porque el resultado electoral genera un problema que no es baladí.

Con lo fácil que hubiera sido explicar a todo votante, que el PSOE aceptaba apoyar en una u otra forma al PP en su empeño por formar gobierno, y con la absurdez que se ha desperdiciado la ocasión.
La explicación al personal era muy sencilla y podría ser tal que así: “Perdimos las elecciones. Los ciudadanos nos dieron 85 diputados, con lo cual no tenemos manera de conformar un gobierno estable. Por tanto y partiendo de la base, de que si simplemente nos quedamos al margen de todo, no vamos a poder incidir en la política de nuestro país, hemos decidido aceptar el apoyo que se nos solicita, con el único objeto de que el Estado funcione políticamente hablando, pero a cambio hemos conseguido que el PP trague con equis propuestas nuestras. Si no podemos aplicar todo nuestro programa como haríamos si tuviéramos mayoría absoluta, si que al menos, vamos a aplicar parte de él. Al fin y al cabo es una práctica que se viene haciendo en al menos quince países de la UE”.

Con esta posición lógica que de seguro hubiera sido entendida por el electorado –aunque no gustara a votantes radicales-, Pedro Sánchez -o su Comité Federal-, conseguía desencallar la situación endiablada en que se encuentra y de la que hasta la prensa internacional le culpa a él directamente. Además –chúpate esta, Iglesias, podría decir- quedarían ante la opinión pública como un partido tocado con aquella patina política dorada, llamada “sentido de Estado”, algo de lo que nunca podrán presumir en Podemos. Esa sería la visualización de una gran diferencia con los podemitas de mangas bolivarianas o remangadas, algo más a añadir al concepto que se empieza a tener de ellos, como personal demasiado radical y con ideas un tanto disparatadas, intolerantes e incluso botarates.
Y es que precisamente estos conceptos de “no moderación y no sentido de Estado”, pueden verse profundizados simplemente viendo lo que ocurre/ocurrirá en Grecia y Venezuela, países modelo en otros tiempos para los podemitas.

Tengo entendido que antes del debate de la segunda investidura fallida, cierto miembro de la ejecutiva del PSOE le comentó en privado a un periodista y hablando de Sánchez: “Si echamos a este subimos 20 puntos”. Esto hay que tomarlo como lo que es, una exageración, pero denota un estado de ánimo. Sánchez desde hace tiempo es un lastre para un partido silente y acollonado, que está bastante mal en apoyos de todo tipo: con Zapatero se fueron del partido la mitad de los militantes, es decir 200.000, y ahora con Sánchez se han dado de baja otros 83.000. En las elecciones del 20-D Sánchez cosechó el peor resultado electoral de la historia –hasta aquel momento-, pero es que en las posteriores del 26-J, se ha superado a si mismo bajando aún más. Si se cumple la teoría de las tendencias y funciona el sentido común, Sánchez podría ausentarse o sentirse ausentado, de la secretaria general “por motivos personales”.
¿Es cierto, que están surgiendo dudas sobre si llegará al turrón manteniéndose en el cargo? Se lo pregunto a Doña Susana, claro.
                         
Mijail 

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