miércoles, 31 de agosto de 2016

El Confidente

Una propuesta diferente

Desde hace unos años, se habla mucho de regeneración política, pero nada se dice sobre regeneración ciudadana, una actitud esta segunda, que de seguro arrastraría a la primera.
No me cabe ninguna duda, de que la degeneración política, y los políticos también son ciudadanos, contaba hasta anteayer en buena medida con la permisividad ciudadana.

En nuestra sociedad, existe un caldo de cultivo que alimenta la indulgencia social con la corrupción y las malas artes políticas. En primer lugar se identifica socialmente, éxito con dinero y hasta tal punto es así, que parecer haberse implantado un slogan que dice: todo por el dinero. Lo cierto es que un reconocimiento social no se gana (como debería ser) con actos al servicio de la sociedad, sino según el dinero ganado individualmente.

Otro motivo puede ser que, orillada la moral religiosa por el racionalismo, esta no ha sido sustituida por el escrupuloso respeto a la ley, lo cual constituye un pilar democrático de primer orden. En el mejor de los casos se cumple la ley, no porque forme parte de un deber o un crédito social, sino para evitar la sanción.

También puede influir, que debido a una falta de pedagogía, veamos la cosa pública como algo que no es de nadie. La obligación del Estado es explicar y concienciar a los ciudadanos, que como Estado no tiene dinero, sino que el dinero que posee sale de los impuestos de todos.

Que todo ello se haya dejado fluir socialmente de esta manera, de seguro que debe tener una explicación, como la tiene, el que todos los partidos que han gobernado desde hace cuarenta años, han tenido en sus filas casos de corrupción; algunos se han conocido porque ha estallado el caso, otros sin embargo (seguramente los más) han quedado sepultados por el silencio y el paso del tiempo.
Es muy difícil por no decir imposible, que cuando estalla un caso de corrupción, sus responsables, que indefectiblemente se reclaman inocentes, devuelvan el dinero robado. En la mayoría de estos casos conocidos, no se puede devolver el dinero aún que la Justicia lo sentencie, puesto que ya ha sido gastado.

Se pueden hacer grandes pactos de Estado por la regeneración política; no es mala cosa, pero paralelamente, debería ampliarse el pacto para conseguir la regeneración ciudadana; si no se hace pedagogía social regenerativa, el pacto por la regeneración política y aún diseñado con la mejor de las intenciones, puede resultar totalmente baldío.

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