lunes, 13 de junio de 2016

El Confidente


El esquema ibérico

Desde la caída del régimen franquista, si hay un dato objetivo en el sistema político patrio, es la alternancia en el gobierno del país por parte de dos partidos: PSOE y PP; en los gobiernos de los Ayuntamientos y de las CCAA hubiera sido lo mismo, si no fuera por los partidos nacionalistas que ocupan el mismo nicho político que el PP.
En el fondo, la receta que ha venido funcionando ha sido muy simple: gobernando el PSOE, o si se quiere sus representantes, ha acabado viéndose envuelto en una serie de corruptelas tremendas. Quizás todo quedaba justificado, con aquello que declaró en su día la ex ministra socialista de Zapatero, Carmen Calvo: “El dinero público no es de nadie”.
Ante ello los electores votaron al PP dándole mayoría, para limpiar los desaguisados y así se han ido alternando en el poder, claro que últimamente el PP también tiene su corrupción.

Otra cosa que resulta ser un dato objetivo, es el odio agresivo y barriobajero que sin disimulo alguno demuestran tenerse estos dos partidos. Sin embargo esta cultura de la confrontación, que creo proviene del franquismo, donde se vivía ya un odio irreconciliable entre derecha e izquierda, fiel reflejo de cuanto aconteció durante la guerra civil.
El odio entre las dos facciones, que resulta ser tan intenso como el odio entre dos divorciados, pero que muy divorciados, también entra dentro del esquema sociológico-político ibérico, es más, en estos últimos meses hemos visto como existe entre ambos tal nivel de polarización que la ideología llega a ser un escollo insalvable.  

Estando de acuerdo que en un escenario político, ambos partidos deben ser adversarios, también es cierto que no por ello, deban considerarse entre ellos como enemigos. Lo que no debe ser, es que un líder político se lance contra su adversario cual si fuera un enemigo al que hay que aniquilar, cosa que viene siendo ya una costumbre ibérica llegando a ser una mala tradición política, permitida por los electores y que en el fondo denota una pésima mentalidad antidemocrática.

El resultado de las elecciones del 20D, dice y exige, que varios partidos lleguen a un acuerdo de gobierno por encima de sus cuitas, un punto de partida para el que, dado el odio tradicional entre los dos mayoritarios, ha resultado de todo punto imposible o no han sido capaces de seguir el mandato ciudadano que tenían, vía urnas.

En cualquier caso, sea cual fuere el resultado electoral del 26J, parece que la suma de votos volverá a exigir a estos partidos un acuerdo de gobierno. Es lo más probable. Pero, en caso de que la aritmética del resultado electoral obligue a llegar a un acuerdo entre ellos ¿Cómo harán para aparcar el odio mutuo guerracivilista que se profesan, PSOE y PP?

¿Y cómo justificarán el no haber llegado al mismo acuerdo después del 20D, obligándonos a gastar otros 160 millones más en unas nuevas elecciones?

Claro que por otra parte, también podría ser, que siendo mínimas las diferencias o posibilidades políticas a implementar, algunos estén fomentando el odio simplemente para así, escenificar unas pretendidas diferencias, que en una campaña electoral les permita copar el poder, con todas las ventajas que ello conlleva.

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