jueves, 5 de mayo de 2016

El Confidente


El sistema de pensiones en el debate electoral

La aparición de la crisis ha incrementado la presión mediática sobre el sistema de pensiones español. Desde los grupos más liberales, el discurso viene siendo que el sistema de pensiones es insostenible a medio plazo por falta de financiación. El sector liberal no cesa de pedir la reforma, cuando en el fondo, están pidiendo la abolición del sistema público de pensiones para convertirlo en un sistema de pensiones privado.
Los lobbys bancarios y especialmente las compañías de seguros, suelen emitir informes, donde repetidamente se advierte de la posible quiebra del sistema de pensiones público, alabando de paso las “grandes virtudes” por un sistema de capitalización privada. No es de extrañar pues, que estos grupos “ayuden” con generosidad a todos los que claman por eliminar el sistema público de reparto, que piden transformarlo en un sistema privado de capitalización, donde cada usuario gestione su ahorro a lo largo de toda su vida, entregándolo a unos magos de las finanzas, que año a año irán erosionando su ahorro entre intereses insignificantes y comisiones que van menguando el capital inicial.
Claro que fiscalmente, la legalidad del sistema de pensiones privado mantiene como incentivo, unas pequeñas desgravaciones fiscales, para que no nos fijemos en un posible paupérrimo resultado al final de los años.

Estos grupos liberales no cesan de avisar de la quiebra del sistema de pensiones, basándolo en que hay demasiados pensionistas, omitiendo que el sistema público gestiona mal y dilapida recursos públicos, manteniendo por ejemplo, las prejubilaciones. Tanto es así, que a fuerza de repetir los ciudadanos empezamos a percibir, que “el exceso de pensionistas es una carga”, apartando del concepto, que estos mismos pensionistas han cotizado durante toda su vida para percibir su pensión.
Se apunta que hay un exceso perjudicial de pensionistas, pero no se acompaña el concepto de otra realidad; que las grandes empresas (y las pequeñas) de este país, han enviado al paro a millones de trabajadores, es decir, se pretende castigar a los pensionistas por su edad, pero no se castiga a las empresas que han despedido a sus trabajadores que con sus cotizaciones sostenían el sistema.

Resulta muy ilustrador sin embargo, que estos grupos liberales no aireen el principal problema que tienen en nuestro país el sistema público de pensiones: desde 2007 hasta hoy y debido a la actual situación, los ingresos por cotizaciones han crecido un 0,2%, mientras que los gastos se han incrementado en un 27%. Y esto contando con el silencio explícito, de todos los grupos políticos mayoritarios, a los que por lo visto no les interesa cambiar esta tendencia, cuando el problema pide a gritos un cambio de financiación del sistema, es lo que ha hecho Francia.

Tampoco se tiene en cuenta otro parámetro: Los bajos salarios. Tenemos en este momento unos 5,7 millones de trabajadores en España, que se ven obligados a subsistir con el llamado salario mínimo, un poco más de 9.000 euros al año. En otro grupo más numeroso, están los que perciben otro tipo de salario que apenas supera los 15.000 euros anuales. Con estos salarios prácticamente de subsistencia, no se puede pretender que las familias puedan dedicar parte de sus ingresos a un ahorro, para alimentar un fondo de pensiones privado, que en su día pueda garantizar una pensión digna.

Otro concepto que se añade de refilón al exceso de pensionistas, es la idea de que hay que rejuvenecer las plantillas de las empresas, cuando acto seguido indican que hay que retrasar las pensiones. Es decir, todo forma parte de un claro acto de cinismo público, que los votantes pueden valorar.

El problema de la baja natalidad en España, es un factor añadido al problema no resuelto, que tiene el sistema de financiación del sistema de pensiones. Francia ha mantenido una tasa de natalidad alta (comparada con otros países europeos), con una legislación positiva a favor de la natalidad y con un gasto público que ayuda a las familias con descendientes. Algo que nunca hemos visto en nuestro país.

Si quedaba algo por añadir en favor del sistema público de pensiones, podemos hablar de la seguridad; en Estados Unidos, por poner un ejemplo de país liberal, no hace tantos años que muchas cajas de ahorros quebraron, llevándose consigo y quebrando también, las pensiones privadas de miles de familias que habían confiado en el “buen sistema de pensiones privado”.

Por todo ello, parece que el actual sistema de pensiones público, del que se va a hablar mucho en la campaña electoral en la que estamos inmersos, puede mejorar notablemente, mejorando el sistema de financiación e implementando políticas de familia tendentes a incentivar la natalidad.

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