martes, 8 de marzo de 2016

El Confidente


Programa de variedades en el Congreso

Cuando se adivina que las intenciones son oscuras, uno intuye que lo más probable, es que acaben alumbrando unos resultados inciertos, cuando no tenebrosos. Los que venían a traer una nueva política, han acabado demostrando que su discurso estaba hilado de palabras vacuas, que sus soluciones no eran en absoluto recetas nuevas sino puro marketing y esloganismo.
Las pocas soluciones que ahora vislumbran en un acuerdo, negro sobre blanco, ya las conocíamos casi todos; lo único que hace falta, es que los “viejos” partidos, pongan hilo en la aguja y cosan, con los parches que ya sabían, a pesar de los intereses partidistas y a pesar de los partidarios, que esa es otra.

Las recetas ya conocidas, serán útiles si se aplican, pero lo que oímos esta semana en el Congreso, no se puede poner como modelo edificante; no se puede ni el fondo, ni mucho menos en las formas.

Hemos visto a un Patxi López, presidente del Congreso que no sabe imponerse y solo es capaz de hacer cumplir el reglamento con un “sacabao” de Bilbao, mientas pone de manifiesto ante todos, que un simple independentista, le puede acabar la paciencia con su discurso. El primer día de curso y Patxi ya suspende en el primer examen.

Se puede decir acertando, que uno de los responsables de la actual situación es Mariano Rajoy, pero no es el único. Allí estaba Pedro Sánchez, un aprendiz del tardo zapaterismo que no acaba de encontrar cuál puede ser el camino mágico, que le siente en la silla de presidente del gobierno. La sensación que transmite este hombre, es que aguijoneado por su ambición de sillón del poder, le ha dado muchas vueltas al asunto buscando una solución que no aparece. Su modelo presidencial, según apunta, sería una fusión entre felipismo y zapaterismo. Y así lo dijo; está muy orgulloso de Felipe pero también de Zapatero. Por cierto, ¿se puede ser tan ingenuo, como para creer que los españoles no se acuerdan de cómo acabó el país, bajo los gobiernos de Felipe y de Zapatero?
Pero esto le da igual, él sube al estrado con una sonrisa profident y desgrana un cesto de palabras vacuas, de eslóganes vacíos, de intenciones lanzadas a los astros, cuando lo que a los españoles nos interesa, es que se adopten soluciones a los problemas de país. Todo lo demás, con intercambio de máscaras incluido, con los insultos, los besos homosexuales y los comentarios soeces de tasca de barrio chino, pueden incluso ser tenidos como elucubraciones de mal gusto, pero no como soluciones.
Alguno, léase Pablo Iglesias, parece haber confundido el Congreso con un bar de alterne; ha demostrado que es capaz de darse con un compañero; un beso no de hermano, con sabor venezolano, pero nada más; esto no soluciona ningún problema de país.

El afán de protagonismo de Iglesias es insaciable; ya lo vimos con los incidentes protagonizados en el Parlamento Europeo, siguió con la traída del niño al Congreso y ahora con el beso exhibicionista, no de hermano. Está claro que serviría para guionista de programas para televisión sensacionalista, pero es dudoso que sirva para aportar soluciones a los españoles. Por demás, ya dijo acertadamente de él Felipe González, que no sabe “de donde ha sacado tanta rabia”, con la que habla. De lo que no puede ofenderse Felipe, es que le recuerden la sospecha que siempre se cernió sobre él; Anguita ya se preguntaba desde la tribuna, si Felipe era la X de los Gal y aunque legalmente nunca se demostró, la sospecha nunca se ha borrado. Pero Iglesias se dejó algo: durante el gobierno de Felipe, se incubó una cueva de ladrones.

Albert Rivera se presentó a las elecciones como una opción de centro liberal, pero ahora parece haber cambiado al socialismo zapaterista, que no a la social democracia; si el PSOE estuviera en la social democracia haría lo mismo que hacen en otros países europeos. Eso del no y no. Y del “no es no” y de “que parte del no es la que no entiende”. El  siempre no al PP, solo encaja en el zapaterismo más rancio, es decir en el partidismo más anquilosado.
  
No parece extraño, que el PSOE lo mantenga de momento como Secretario General mientras no dispongan de otro, no siendo ahora momento de cambiarlo, en puertas de unas posibles elecciones, pero hay que recordar que el resultado de su gestión es malísimo; pierde las elecciones municipales, unas generales y ahora presenta una investidura fallida. Además, cómo se explicará Sánchez, si después de tantos noes, al final se ve obligado a decirle sí al PP?

Sánchez tiene puede tener tantos problemas con su partido, como los puede tener Rajoy en el suyo. La única diferencia que exhibe Rajoy es su victoria electoral, al margen de esto, ambos son un estorbo para sus formaciones. Y veremos si a Rivera no le ocurrirá lo mismo en la suya; todo depende de que la militancia entienda el golpe de timón personal que ha imprimido a su proyecto pactando con Sánchez. Y no digamos ya, si en unas posibles elecciones pierde votos.

Fue Rivera, quien acertadamente dijo en la tribuna, que lo más responsable era leer el sentido del voto ciudadano del 20-D. Los votantes no confían plenamente en ninguno de los partidos candidatos, por ello les votan a todos parcialmente para que se entiendan y se vigilen en sus políticas. Este es su diagnóstico que parece acertado.

Inicialmente, Rivera y Rajoy entendieron el mensaje pero Sánchez no quiso entenderlo, es más nos dijo desde la tribuna “la izquierda señorías, no suma”, luego hemos de entender que si sumara, habría pactado directamente con Podemos en contra del mandato de su Comité Federal?

Por todo lo cual, parece que podemos esperar cualquier doblez de los personajes que ocupan el Congreso, mientras seguimos esperando solución a los problemas de muchos españoles y casi me atrevería a decir, que cada vez nos importa menos el color político de los solucionadores.

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