viernes, 22 de enero de 2016

El Confidente


Venezuela, más de 27.000 asesinatos

La seguridad ciudadana nunca fue un parámetro satisfactorio para Venezuela; todo lo contrario. Desde antes de los años 60, la falta de seguridad ciudadana era una constante en el país. En gran parte se trataba de delincuencia común con fines económicos, generalmente robos y ajustes de cuentas entre bandas. Pasados más de 50 años, la violencia no ha disminuido, sino que se ha incrementado mucho, ya que desde hace bastantes años a la delincuencia común se ha sumado otro tipo de violencia (o delincuencia) con base o motivos políticos, es lo que se ha dado en llamar, odio político. Sirva a modo de ejemplo, cómo en las recientes elecciones, un candidato del grupo opositor a Maduro, fue asesinado a tiros en el transcurso de un mitin.

Los sucesivos gobiernos venezolanos, nunca aumentaron la seguridad ciudadana ni consiguieron instaurar el orden, en un país donde la tenencia ilegal de armas está ampliamente extendida, con un gran arsenal de revólveres en manos de la población.
Resultará muy difícil rebajar el nivel de violencia, cuando desde hace muchos años subsiste el odio político entre las distintas facciones que encarnan los partidos políticos. Y una cosa es que entre ellos se consideren adversarios políticos, que debaten su diversidad de ideas dentro de las reglas que ofrece la legalidad y otra muy diferente, es que se considere enemigo al adversario político, hasta el punto de que se odie.

La falta de orden se extiende también a otros ámbitos de la vida ciudadana. Como ejemplo de falta de orden podemos fijarnos en algo muy simple; las amplias barriadas de chabolas que quedan junto a la capital, es donde se pueden encontrar los últimos modelos de los mejores televisores y electrodomésticos, pero funcionan con la energía eléctrica robada de los cables eléctricos que pasan por allí cerca. Los distintos gobiernos lo han sabido siempre, pero no han querido solucionar el robo sistemático de energía. Chávez y Maduro lejos de intentar aplacar la intolerancia y el odio entre ciudadanos, jugaron a algo más peligroso: aumentarlo.

Un estudio del Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV) sitúa al país como el más  peligroso de América Latina: contabilizando 24.9870 homicidios en 2.014, que aumentaron a más de 27.000 para 2.015. Unas cifras que pueden dar una idea, del incremento en el nivel de violencia en estos últimos años.
El OVV estima que las dificultades de la población para comprar productos básicos y el empeoramiento de las condiciones sociales, como las causas del incremento de la violencia en las calles de Venezuela, pero nada dice sobre la violencia protagonizada por odio político.

Este gran problema añadido, a una población que sufre una gran depresión económica, en una economía carente de industria y basada únicamente en la venta de su petróleo que está bajando sin cesar, con una inflación del 213% en el último año, con un desabastecimiento general de víveres y productos esenciales que se venden a unos precios desorbitados, todo ello da la sensación de que puede llegar a ser un estado fallido, si es que no lo es ya.

Venezuela tiene un problema social pero también político y la solución sólo puede llegar desde una dirección política, que desde una voluntad de concordia entre todas las tendencias políticas del país, piense en el bienestar de los venezolanos. Sembrar odio político entre los ciudadanos, no parece una buena idea social, pero parece ayudar a quien lo genera, a sostenerse en el poder.

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