lunes, 11 de enero de 2016

Diario de a bordo


Una CUP camaleónica, acepta una cláusula mordaza

Recordemos lo que decía la CUP en campaña electoral: no investiremos presidente a Mas.
Se celebran las elecciones y el partido anticapitalista obtiene unos resultados electorales que no habían podido imaginar ni en sueños: 10 diputados.
La aritmética de escaños no permite a Junts pel Sí formar gobierno estable, ya que no pueden ni investir presidente. La coalición independentista tiene que acercarse a la CUP para negociar la investidura. Pero claro, en una negociación las dos partes tienen que ceder algo, ya que de lo contrario, la parte que cede no asiste a una negociación, sino a una claudicación.

La negativa casi final, de hace pocos días a investir a Mas, descubre como el líder en ese momento de la CUP, Antonio Baños, pasa del “no tranquilo” a mostrarse muy contrariado, cuando su formación sigue votando “no”, incluso amaga con dimitir; bueno, dice que dimite pero no entrega el acta de diputado, es decir, dijo una cosa y hizo otra.
Si tomamos al pié de la letra, su fama de persona coherente, esta actitud no explicada resulta un tanto incomprensible.

Si los catalanes hubieran leído el programa electoral de la CUP, se hubieran dado cuenta de una serie de puntos que ahora chocan con su pacto:
“Los gobiernos de CiU, con el soporte parlamentario de ERC, han llevado a cabo los recortes más importantes de la historia reciente, actuando de esta manera, como delegados de las políticas del capital, contra la mayoría social.”
“Ruptura con la Troika, para garantizar un plan de choque contra la emergencia social.
Es imprescindible desplegar de inmediato un plan de choque que haga frente a la dramática situación de empobrecimiento generalizado de las clases populares y trabajadoras. Cese inmediato de desahucios y despidos. Renta mínima garantizada. No pagar las deudas hasta resolver las necesidades de las clases populares y trabajadoras”.

Estos eran algunos de sus compromisos electorales, que Junts pel Sí da a entender que ha aceptado, pero que no va cumplir, entre otras cosas porque ni forma parte de su programa burgués, ni hay dinero para llevarlo a cabo, máxime cuando la Generalitat debe ya 69.000 millones y subiendo. De momento nadie ha dicho de dónde saldrá el dinero.

Para garantizar la investidura, CUP ha cedido 8 votos a Junts pel Sí. También es curioso, que siendo la CUP un partido anticapitalista, rebelde e incluso antisistema, haya aceptado una cláusula mordaza como es, ceder 2 diputados permanentes a Junts pel Sí, comprometerse a no votar nunca alineada con los partidos constitucionalistas y relevar –si se dejan- a algunos de sus parlamentarios más críticos con Mas.
La intervención de la CUP en la sesión de investidura ha puesto de manifiesto que sigue siendo un partido “independentista, anticapitalista y feminista”, pero nada ha dicho de dónde saldrá el dinero para acometer el programa social. Por tanto, queda claro que sobreentienden, no habrá iniciativas sociales.

En resumen, siendo cierto que la CUP dijo siempre que no investiría a Mas –y lo ha cumplido-, pero en su pacto con Convergencia, implícitamente están pactando con el partido al que tanto han criticado por la corrupción; de alguna manera y no podrán quitarse de encima este sambenito, serán vistos como cómplices de la corrupción con un partido que tiene 16 sedes embargadas. ¡Que no es poco!

Finalmente, la CUP de los grandes principios sociales, que pedía total transparencia, el partido de la utopía y la coherencia, ha actuado de una forma camaleónica, como un partido más del montón, de los que pactan, sin transparencia de ningún tipo. Vaya Ud. a saber porque.

Si realmente pensaban pactar con Junts pel Sí, no hacía falta esperar 105 días y pactar in extremis. Lo cierto es que durante estos días, continuamente han estado “negociando” y negociar, viene de “negocio”. Mi pregunta es: ¿Ha habido finalmente algún “negocio”?

Mijail

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