lunes, 23 de noviembre de 2015
El Confidente
Reacciones ante los
radicales islámicos
Desde hace seis días, Francia está bombardeando Al Raqqa, el
meollo del Estado Islámico en Siria. Se podrá debatir si se trata de una
venganza por los atentados en Paris, o si es un acto de defensa basado en reducir
los efectivos y medios del EI. En cualquiera de los dos supuestos, es una
certeza que difícilmente podremos convencer a Francia para que deje de hacerlo,
entre otras cosas porque ni su gobierno, ni seguramente una gran parte de la
población gala lo entendería.
Siempre habrá quien pueda pensar, que los actos de guerra
que mantiene ahora Francia sobre el Estado Islámico son innecesarios, bajo el
pretexto de que la violencia solo engendra violencia, solo que los franceses
que ven con buenos ojos los bombardeos, también pueden alegar el mismo
pretexto: la violencia ha sido empleada también por los terroristas islamistas
sobre personas que ni siquiera conocían en París. Y cuando se llega a estos
niveles de violencia, resulta muy difícil averiguar cuál de los dos bandos
atacó primero.
Lo deseable sería, que además de eliminar los camiones
cisterna que transportan el petróleo con el que se financia al EI, bombardearan
también las refinerías, cosa que no está sucediendo, dado que las compañías
multinacionales propietarias esperan recuperarlas.
Según se nos dice, los autores de los atentados suelen ser
musulmanes seguidores del wahhabismo. En 1.780 un clérigo religioso suni,
Abd-Al-Wahhab, estableció una corriente religiosa musulmana dentro de la rama
de los suníes, que destaca por su rigor en la aplicación de la Sharia y por un
acentuado deseo de expansión islamista por el mundo.
Ante este extremismo, occidente debe elegir entre libertad
de pensamiento o teocracia. Entre democracia o fascismo. Entre igualdad de
género o sumisión femenina. Entre defensa de los derechos humanos o
inhumanidad. Se trata de ser tolerante con los intolerantes, o recetarles su
propia medicina, siendo intolerante con ellos mismos.
Entre los detractores de bombardear al EI está la alcaldesa
de Madrid, Carmena, quien ha declarado:
“Hay
que responder con paz a un acto de barbarie, la respuesta no es la venganza
sino hablar, escucharnos, oírnos y tratar de comprender al que uno tiene
enfrente”.
Carmena, que por muy jueza que haya sido ya
empieza a ser mayor, parece no entender que a las personas asesinadas en París
por los islamistas, no se les concedió la posibilidad de “hablar” o ser
“escuchadas”, por los criminales antes de su fusilamiento. De igual manera, las
víctimas de los atentados del 11-M en Madrid, tampoco fueron escuchadas, antes
de ser reventadas por las explosiones.
Puede que Carmena siga el predicamento del
imán de la mezquita M-30, cuando dice que el islam no es terrorismo, pero no
explica el por qué todos estos terroristas son islamistas.
Kamel Daoud escribe un artículo en el NYT, donde dice que el
EI proviene de la invasión occidental de Irak, pero también se apoya en un
complejo religioso-industrial: la alianza estratégica de los reyes saudíes con
clérigos religiosos, que defienden y esparcen el Wahhabismo como una forma
ultra puritana del islam.
En estas circunstancias, el EI es ante todo una
manifestación cultural que va contra occidente. En este caso Daoud se pregunta:
¿Cómo se consigue impedir que generaciones futuras se echen en brazos del
islamismo radical, cuando permanece intacta la industria editorial que proviene
de Arabia Saudí, productora de teólogos y libros religiosos escritos bajo una
política editorial agresiva para occidente?
Etiquetas: reaccantradiislam
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