miércoles, 23 de septiembre de 2015

El Confidente


En manos de los indecisos

En las elecciones autonómicas catalanas de 2012, el nivel de abstención fue de un 32,24%. Salvo raras excepciones, todos aquellos votantes que piensan acudir a las urnas, ya tienen decidido hace tiempo el sentido de su voto.
En esta ocasión, la campaña electoral se hace para intentar arrastrar a los 1.330.953 abstencionistas que se registraron en las pasadas elecciones de 2012. Y ello tiene su razón de ser, en que un grupo de indecisos puede en el último momento, decantarse por ser abstencionista o votante. Esta decisión puede incidir en el resultado electoral, de tal manera que cambia el sentido de las encuestas publicadas una semana antes.
Está constatado estadísticamente, que el grado de participación electoral es diferente ante las distintas elecciones, ya sean generales, autonómicas, europeas o municipales, siendo este otro factor que queda al albur de los votantes.

El desiderátum de todo líder político, sería el poder conocer cuáles son los motivos que aconsejan cambiar el voto de sus votantes. Lo que ocurre en el fondo de todo, es que el voto es libre y secreto. Y las razones para votar a una opción política cada cual se las sabe. Es más, hasta el último segundo, cuando va a introducir la papeleta en la urna, se está a tiempo de cambiar el voto.

Estos factores electorales mantienen a los líderes políticos inquietos ante cualquier convocatoria electoral. Son unos factores que no controlan y ese déficit de control exaspera a los líderes, controladores natos, especialmente en unas elecciones como estas, a las que alguien ha conseguido polarizar en dos bandos.

En estos momentos la campaña electoral catalana está muy reñida y cuando esto sucede, se trasluce que los ánimos están muy encendidos. Que las exageraciones, las amenazas, las bravuconadas y algunas que otras sandeces aparezcan a cada momento en la campaña, solo puede significar que la tensión electoral es muy alta; movilizar a los indecisos o abstencionistas es clave, cuando los resultados electorales encuestados no indican una opción ganadora clara.

De todos modos existe un dato que podría ser clave para prever con cierta aproximación estos cercanos resultados electorales. La clave podría estar en un dato participativo falseado y publicado por una de las partes. Se trata de un dato que dio el bloque soberanista el 11-S, cuando cifraron la participación en la manifestación de la Meridiana en 2.000.000 de personas, cuando un informe independiente en Estados Unidos, señala que frente a los 2 millones que mantiene la organización, las fuentes de la policía local sostienen que como máximo había 700.000 personas.
Sin embargo el transporte público en un tiempo razonable, solo contabiliza algo más de medio millón.
Dicho lo cual, considero que una manifestación de algo más de medio millón o de 700 mil personas, constituye una manifestación importante. No obstante, habría que saber si todas estas personas participantes, tienen edad suficiente para votar y en cualquier caso habrá que comparar, esta cifra con los 4.128.267 votantes de que consta el censo.

Hay para mí otro dato importante: el movimiento independentista hizo público que tenía 450.000 inscritos. No puede negarse, que viene a ser la cifra más cercana al número de participantes que da el transporte público.

Dejando en el aire el interrogante que puedan suponer estas discrepancias en cuanto al número de militantes/simpatizantes en la manifestación (como en años anteriores), el dato electoral histórico de 2012, dice que hubo un 32,24% de abstencionistas. Por tanto se puede llegar a la conclusión de que los dos bandos están por así decirlo y electoralmente hablando, en manos de los indecisos, que pueden acabar siendo abstencionistas o no, y podría ser que algunos de ellos, sintiéndose molestos al ver una campaña de voceros amenazadores y chulos histriónicos, optaran por dar un paso al frente y votaran por apoyar la opción que menos ruido genera. 
En política y ante una campaña electoral, es muy interesante para una opción política llamar la atención hasta cierto punto, pero puede resultar electoralmente perjudicial, que al líder de una opción “se le caliente la boca”, tal y como estamos viendo. 
Puede que el día 28 algunos amanezcan con unas caras algo serias.

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