miércoles, 15 de julio de 2015

El Confidente


La jugada griega

Durante la noche del pasado viernes, el Parlamento griego votó aceptar la petición de rescate a la Unión Europea, tal y como la había planteado su gobierno. Una petición que por cierto, es muy parecida a la que hace quince días le hizo la UE al gobierno griego, cuyos representante se levantó de la mesa muy irritado. Tsipras convocó seguidamente un referéndum, que en esencia parecía una absurdez. Ahora sabemos que esta convocatoria no era tan aparentemente absurda; Tsipras tenía (y tiene) un incendio dentro de su coalición Syriza. Se trataba de recabar de sus ciudadanos, un apoyo moral que estaba perdiendo el primer ministro entre sus propios compañeros de coalición.
En la votación parlamentaria del viernes-noche, la propuesta de Tsipras no fue apoyada por 19 parlamentarios de Syriza, lo cual en teoría y si se mantuviera, le dejaría sin mayoría parlamentaria.

La ecuación griega solo tenía dos soluciones posibles a grandes rasgos: Grecia podía aceptar las condiciones de la UE para obtener más financiación, que le permitiera pagar los vencimientos de su deuda, o abandonar la UE.
Por descontado que no se puede culpar a Tsipras de la desastrosa situación de Grecia que se arrastra desde los últimos 30 años, pero sí de no afrontar con seriedad el problema; Tsipras como gobernante ha sido un desastre y tendrá que hacer al final, nada menos que lo contrario de lo que prometió en su programa electoral. Pero es que convocó un referéndum donde ganó el no aplicar la dura receta que tendrán que tragar los griegos, y después Tsipras ha aceptado todo lo contrario. Ahora acaba de añadir, que él ha firmado un acuerdo en el que no cree. Es decir, su fórmula y ya se está viendo, es decir blanco y hacer negro.

Se ha hablado mucho de la presión geoestratégica, es decir, de que Grecia hacía valer su ubicación geográfica acercándose a Rusia (también a China).
Por lo que sabemos, Estados Unidos habría presionado mucho a la UE para llegar a un acuerdo con Grecia, no en vano EEUU mantiene sus bases y posiciones militares en Grecia.

Cual si de una partida de poker se tratara, el audaz Tsipras, fue a reunirse con Putin, dando a entender que podía tener algún “as ruso”, entre las cartas que él podía jugar. Sin embargo no era así; Putin le escuchó pacientemente pero al llegar al apartado de las ayudas económicas, este le ofreció a Tsipras una financiación al 5%, es decir 3 puntos más de lo que paga Grecia en la UE. Es una forma si se quiere elegante de decirle que no, que Rusia no está para perder un dinero que no tiene, pero también podría dar a entender, que en este momento y aunque la tentación sea fuerte, ayudar a Grecia no es ninguna prioridad para él. Es decir, Putin no está para atender más batallas, entre otras cosas, porque se supone que no debería interesarle demasiado, enfrentarse a unos buenos clientes centroeuropeos de gas ruso.

El viernes las bolsas europeas ya comenzaron a subir una media del 2,5%, síntoma inequívoco de que la intención de la Troyka, salvo un imponderable, era alcanzar un acuerdo entre Grecia y la UE.

El fin de semana, la UE aceptó dar otro rescate a Grecia. Un tercer rescate que habrá que sumar a los otros dos anteriores y comprende: el 25% de la deuda griega existente en 2012 (se les hizo una quita del 75%, o lo que es lo mismo, 100.000 millones), más los tres rescates y que en conjunto podría acabar sumando unos 393.000 millones de euros, lo cual viene a ser una cifra como para ser tenida en consideración. 

Desde hace muchos años, ha sido una costumbre griega,  que los políticos les digan a los votantes solo lo que les interesa oír. Por ello, no son pocos los europeos, que no se sienten identificados con el acuerdo, al verlo como la continuidad de una tomadura de pelo, por parte del gobierno griego de turno a Europa, a lo largo de los últimos años. Lo cual por otra parte, resulta una visión inevitable, si tenemos en cuenta que Grecia, o por lo menos muchos griegos, han vivido opíparamente de los fondos europeos, mientras la fiscalidad griega con objeto de recaudar impuestos para financiar el Estado ha sido inexistente.

Si la UE no consigue que Grecia adopte una fiscalidad similar a la de los países socios de la eurozona (y ello supondría un gran cambio social), Grecia no podrá devolver ningún rescate, pues resulta imposible sacar de donde no hay.
Tampoco parece muy descabellado pensar, que este acuerdo no supone sino un aplazamiento de tres años la salida de Grecia del euro, por impago de su deuda. Con lo cual a muchos europeos solo les quedaría la rabia y la impotencia, de haber estado financiando a fondo perdido, a un Estado de la Unión durante años, dándoles innecesariamente, una subvención a un país que se ha comportado como un estafador y un trilero.

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