miércoles, 10 de junio de 2015

El Confidente


Democracia directa y presupuestos participativos

Uno de los dos grupos políticos emergentes en nuestro país, tenía entre sus principios la democracia directa y los presupuestos participativos.
La participación ciudadana en todas las decisiones políticas y económicas (en el fondo es lo mismo) de la sociedad, es un desiderátum que casi todos firmaríamos, pero antes debemos tener en cuenta algunas consideraciones.

Se nos pone como modelo de democracia directa o asamblearia el de la antigua democracia ateniense. A grandes líneas, en la democracia griega, los habitantes no elegían a representantes para votar en su nombre, sino que los participantes en la Asamblea, desarrollaban la legislación y ejercían el poder ejecutivo de manera personal.

Durante el siglo IV a.C., en la región del Ática pudieron haber existido algo más de unas 300.000 personas. Tanto allí como en las demás ciudades estado griegas, parte de los habitantes la componían las familias de los ciudadanos. Las familias de los “no ciudadanos” estaban divididas entre los extranjeros residentes (metecos) y los esclavos. 
En el Ática unas 100.000 personas formaban las familias de los ciudadanos, mientras que el número de esclavos (según Hipérides) podía llegar  a 150.000.
Solo los “ciudadanos” podían ejercer el voto en la Asamblea: debían ser atenienses, hijos de atenienses, varones adultos, haber terminado su entrenamiento militar como efebos y no tener deudas con la ciudad. En total, quienes tenían derecho a voto eran unos 30.000. Es decir, la participación en la Asamblea ateniense no era universal, ni mucho menos.

Aquí se nos plantea la democracia directa como la gran solución para los problemas políticos que tenemos planteados, sin embargo, creo que puede presentar importantes inconvenientes. En este modelo, está comprobado que las cuestiones en debate se atomizan en los mecanismos de participación, sin tener relación unas cuestiones con otras, lo cual no es cierto; todo tiene relación, por ejemplo, si se les ocurre pedir menos impuestos y a su vez, más gasto público. Y cómo hacemos? Un gobernante responsable, debe tener un ojo puesto en el presupuesto y otro en las consecuencias de sus decisiones.

Tampoco hablan para nada, de la responsabilidad; es decir, ante una decisión colectiva o asamblearia, no existen responsables que se hagan cargo. En este caso, no se puede echar a un equipo de gobierno ante una mala decisión de un gobierno. Es una ventaja que tienen las elecciones.

Sabemos además, que en las asambleas queda abierto un espacio a la manipulación, incluso si se es hábil, se puede llegar a anular la disidencia y la pluralidad.

Otro efecto que la democracia directa tiene (está documentado), es sobre la igualdad. Los ciudadanos que más participan son aquellos con más recursos, más dinero, más tiempo, más capital cultural y por tanto las demandas que ellos harán, serán por y para ellos.  

En cuanto a los presupuestos participativos, hay que decir que en Brasil, hoy en día ya existe esta modalidad en un 30% de los municipios. Allí estos presupuestos participativos, están funcionando para solicitar inversiones o prioridades presupuestarias a los gobiernos municipales en un proceso abierto. Es una constante en estos presupuestos, que las partida destinadas a sanidad y educación aumenten un 20%, pero claro esto hay que rebajarlo del presupuesto de otras partidas.

En el sentido de señalar prioridades, si parecería interesante la implantación de esta idea, lo que ocurre, es que como hemos visto aquí muchas veces, si los ciudadanos solicitan alguna prioridad al gobierno y este no escucha, todo quedaría en agua de borrajas.

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