lunes, 20 de abril de 2015
Diario de a bordo
Amnistía
Cañí
Si es que en este país para todo somos diferentes. Desde el
gobierno de Felipe González hasta hoy, todos los gobiernos –Aznar, Zapatero- han
hecho su “amnistía fiscal” de rigor.
Algunos protestaron desde la oposición minoritaria pero los
demás siguieron mirando para otro lado tan ricamente. Los amnistiados muy
contentos, repatriaban fondos pagando muy poco -comparado con el IRPF que
pagamos los currantes- mientras se
repetían a sí mismos aquello de “aquí paz y después gloria”.
Lógicamente, ahora le ha tocado hacer la amnistía fiscal al
gobierno de Rajoy, pero la crisis aprieta y los ciudadanos no son ahora tan
condescendientes como eran años atrás. Ahora, al sentirse apretados por la
crisis, se han vuelto más exigentes con los gobiernos, o se han concienciado de
que son ciudadanos y que por tanto, uno de sus derechos es precisamente
controlar al gobierno.
Si tuviera que definir que es una amnistía fiscal, o mejor
dicho para qué sirve, diría que sirve como todas las anteriores, para
beneficiar a quienes “no casualmente” tienen su dinero escondido en paraísos
fiscales, motivo sobrado para hacerme dudar de su limpia procedencia.
El gobierno de Rajoy anunció una amnistía fiscal para
“repatriar fondos que estaban en el extranjero”,
-Real Decreto Ley 12/2012 de 30 de marzo- pero avisando de
que esto sólo era una amnistía fiscal pagando un 10% de lo que hubieran tenido
que pagar. Aquí el dato era importante: “sólo es una amnistía fiscal”, punto.
Dice la Ley: “Junto
con esta declaración deberá incorporarse la información necesaria que permita
identificar los citados bienes y derechos”. Pues ahí vamos.
Que ocurre, pues que de los 31.000 expedientes que
solicitaron una amnistía fiscal, Hacienda se da cuenta de que hay unos 705 en los que el importe repatriado es muy
importante y pasa este dato a instancias policiales y judiciales. Entre ellos
está el ex vicepresidente Rodrigo Rato, quien fuera un gran personaje en el PP,
tanto es así que en su día Aznar pensó en él para sucederle, pero según se
dice, cambió de idea cuando le pasaron unos informes secretos sobre Rato.
Cuando Rato llegó a la presidencia de Caja Madrid y según
cuenta un colaborador suyo, dijo que pensaba estar en el cargo diez años,
embolsándose por ello 50 millones –a 5 por año- y proveerse un buen plan de
pensiones. Es decir, la idea no era mejorar la gestión de Caja Madrid, sino que
el objetivo era ganar mucho dinero. Y bien pudiera ser que esa y no otra, fuera
el ansia que Rato tuvo durante mucho tiempo, la que le hizo acumular un
patrimonio que algunos cifran en 27 millones. Sería lo de siempre: la avaricia
rompe el saco.
No cabe duda, de que el 20 ó 30% de lo que se ahorran
fiscalmente estos repatriadores de fondos
-de los 31.000 expedientes- lo pagamos entre todos, por
tanto, claro que debería hacerse pública la lista de los 705 investigados, pero
¿Y por qué no el resto de los 30.000 expedientes? ¿Y Por qué no se investigan
todos, para saber fiscalmente “de donde sale el dinero”?
No me puedo quitar de la cabeza, que una amnistía fiscal no
es sino una gran injusticia, que transparenta una gran desigualdad, revestida
de legalidad.
El resumen de todo, podría ser, el gobierno de Rajoy hace
una amnistía fiscal cañí: primero te amnistío fiscalmente y luego te investigo
penalmente; pero sólo a algunos. La Fiscalía acusa a Rato de tres delitos que
suman 15 años de cárcel.
Claro que el resto de los 30.000 expedientes estarán ahora
con la camiseta que no les llega al cuerpo, pero creo que todo acabará
condenando penalmente a algunos por temas de imagen política, cuando el resto
seguirá con la misma injusticia de siempre: “aquí paz y después gloria”.
Mijail
Etiquetas: amnistiacañi
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