sábado, 14 de marzo de 2015

El Confidente


Un milagro económico, que no es sino represión salarial

A menudo oímos la repetida discusión sobre los orígenes de la crisis en la UE. Una discusión que resulta ser ya un clásico, donde el opinante asigna a unos el papel de buenos y a otros el de malos.
No entiendo cómo se puede enfocar el origen de la crisis, desde un punto de vista moral, cuando sucede que simplemente, los conflictos morales generan discusiones imposibles que no llevan a ningún sitio.
Las causas de la crisis son fruto de un problema de diseño institucional.
Para descifrar el problema hay que ceñirse a la realidad y esta nada tiene que ver con las actuaciones de unos “malos”, que han acabado perjudicando a otros “buenos”.

Lo normal en España (también en Irlanda, Grecia y Portugal) es tener un sentimiento de víctimas de la crisis, sentirse como unos damnificados, pero para llegar a estas conclusiones hay que partir de datos y analizarlos.

En los países de la UE (excepto en Grecia, Irlanda, España y Portugal) los sueldos en los últimos 10 años han subido por encima de un 2% (inflación), en cambio en Alemania, país considerado como el gran motor de la economía europea, nos encontramos con que su productividad desde 1999, ha aumentado un 17,80%, pero sus salarios son ahora menores que los que tenían hace 15 años, con lo cual de entrada, se está bloqueando el consumo interno.
Es decir, la productividad alemana se basa en los bajos costes salariales, o dicho de otra manera, la locomotora económica europea, ha basado su crecimiento en pagar cada vez menos a sus trabajadores.

Para empezar a analizar, hemos de remontarnos a la reunificación de las dos alemanias. El tener que asumir los costes monumentales de la reunificación, generó un gran problema al Gobierno de Helmut Kohl de la CDU. Le siguió Gerhard Schroder desde el SPD y finalmente llegó, Angela Merkel con la CDU.
Fue Schroder con sus reformas Hartz, quien pactó con patronal y sindicatos que los sueldos no subieran, limitando así la demanda interna. Después llegó Merkel y mantuvo las mismas reformas.
Para definir la base de estas reformas, con una frase sindical demoledora y totalmente contradictoria con los conceptos al uso, podríamos decir que la izquierda insta unas reformas para bloquear el sueldo a los trabajadores, pase lo que pase.
En cualquier caso, debemos tener muy presente, que estas mismas reformas salariales y desde hace unos años se están aplicando en España, y parece que dentro de muy poco se aplicarán los mismos recortes en pensiones, como también tienen los alemanes.

Hay quien dice, que lo es susceptible de ir mal, es inevitable que empeore. Es un análisis que bien podría aplicarse a este caso, puesto que además, el tal programa de reformas de los últimos años permanece inacabado, teniendo la economía alemana una gran cantidad de limitaciones a la competencia y muchas trabas burocráticas que hacen difícil, el intento de crear nuevas empresas o desarrollar nuevos sectores productivos. Por cierto, la OCDE dedica por ello a Alemania una buena bronca, en su informe “Structural reforms in times of crisis”.  

Es decir, el milagro de la competitividad alemana, con sus admiradas empresas exportadoras, no lo es a causa de su eficiencia, sino pura y simple represión salarial. Esta gran productividad de la que presumen, ha generado una gran cantidad de ingresos, o por decirlo de otra forma, un gran superávit comercial. ¿Qué han hecho con tanto dinero los alemanes, si no lo han dedicado a subir el sueldo a los trabajadores?

Pues durante estos últimos 15 años, los alemanes han tenido un país poco atractivo para invertir, si además el consumo interno no aumenta y sobre todo, si el inversor alemán tenía mucho dinero acumulado, lo que hacía era buscar un país del sur de Europa donde invertir. Los beneficios sobrantes pasaban de las empresas a los bancos y de estos, a la deuda pública griega, portuguesa o italiana, cuando no, invertían en la burbuja inmobiliaria española o irlandesa.
Es por ello, que el impulso de la crisis en la UE, no se puede limitar a la irresponsabilidad de los bancos, al despilfarro corrupto de los griegos o la corrupción hispana, sino a unas condiciones económicas que fueron impulsadas desde Alemania, como consecuencia de los elevados costes de la reunificación.

Por todo ello, entiendo que no es correcto acusar a unos u a otros, de los orígenes de la crisis en términos morales, lo correcto visto desde los datos, es achacarlo a un problema de diseño institucional.
Llegados a este punto, se me ocurre una pregunta  ¿Este problema de diseño institucional, ha sido útil para Alemania, o simplemente ha sido un grave error de cálculo? Lo pregunto porque veo en demasiadas ocasiones, como algunos economistas se equivocan de plano. En esta sospecha ayuda el saber que en ocasiones, gobernantes alemanes han tomado decisiones muy graves y totalmente equivocadas.

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