martes, 30 de diciembre de 2014

El Confidente

   
Una pobreza infantil que esconde el sistema

A nadie puede escapar, que la actual crisis económica tiene muchas aristas; unas se perciben a simple vista, pero hay otras que quedan como escondidas en la parte de atrás del problema, pero no por ello, son socialmente hablando menos importantes.

Según un informe de UNICEF hecho público en el mes de octubre, un tercio de los niños en España viven en el umbral de la pobreza. Una cifra que hay que escribir nada menos, como 2,7 millones de niños. Pero esto ya ocurría en gran parte antes de comenzar la crisis, porque todo ello deriva en suma, del pobre diseño que siempre ha tenido nuestro estado de bienestar.  

Sabemos que en otros países y desde hace muchos años, el Estado ha dado una protección a los niños, que alcanza incluso hasta que cumplen los 20 años. En países como Suecia, Alemania, Dinamarca, o incluso Francia, el tener un hijo no genera grandes gastos económicos a la familia, esto es algo que no ha ocurrido nunca en España, donde la única conquista que tenemos, es la enseñanza obligatoria gratuita, cuando en realidad, esta enseñanza viene acompañada de una serie de añadidos, que hace soportar a su familia el tener que pagar un abultado recibo mensual.

A menudo decimos que en España no hemos tenido nunca políticas protectoras de familia y realmente así es. Tengo compañeros alemanes que explican, como nunca han pagado por estudios,  becas, comedores, transporte escolar, excursiones, libros, etc etc.  Y cuando se habla de que en España, tenemos un bajo índice de natalidad, habría que añadir, que ello es consecuencia de que también hemos tenido desde siempre, una baja protección a la familia que por extensión alcanza también a la juventud. Lo podemos identificar, viendo simplemente un triste indicador; el paro juvenil está en el 52%.

El Estado español, desde la instauración de la democracia, se ha regido por un sistema de protección de los pensionistas, puesto que estos votan, pero no ha establecido un sistema de protección a la infancia y a la juventud, ya que estos no suelen votar.
Nuestro estado de bienestar, apenas invierte en políticas dirigidas a combatir la pobreza infantil o juvenil, pero sí en políticas para la tercera edad.
La consecuencia de todo ello, son por un lado el elevado índice de pobreza infantil y por otro la elevada tasa de paro juvenil, que encamina a ambos sectores hacia una zona de pobreza, pero también de exclusión social, ahora y antes de la crisis. Este es un problema que viene de lejos.

A los distintos gobiernos que hemos tenido, no les ha interesado invertir y apoyar en políticas industriales, por citar un sector (la enorme reconversión industrial por eliminación, protagonizada por los gobiernos de Felipe González, son un buen ejemplo de ello), ni invertir en políticas de ayuda a la infancia. Por el contrario, han permitido que todo lo relacionado con la infancia, sea objeto de mercado, educación, guarderías, libros, comedores escolares, manualidades etc.

La vida de un niño pobre en una familia sin recursos, resulta desagradable; tener que vivir en pisos muy pequeños, no tener ni la ropa, ni otras cosas que sí tienen sus compañeros y por tanto un agravio comparativo en cuanto a bienes materiales, es algo que les marca como ciudadanos de segunda.
Pero hay otro aspecto que aparece cuando se crece entre una familia pobre y es las consecuencias educativas negativas, es decir, la gran presión psicológica que genera un estrés emocional permanente, al saberse viviendo constantemente en el límite de la escasez extrema.

Aquí se me podrá decir aquello de que siempre hubo en el mundo familias pobres, más si estamos en una Unión Europea, con la que tenemos que converger en muchos aspectos y donde unos países apoyan la infancia y la juventud, cómo en España no está ocurriendo lo mismo?

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