viernes, 24 de octubre de 2014

El Confidente


Unas noticias penosas 

En estos días resulta difícil abrir un periódico y no encontrarse con varios artículos que describen corrupciones diversas. Ni es divertido, ni resulta gratificante, ni es deseable, ni mucho menos recomendable para ningún país. Esto no crea puestos de trabajo, no elimina la crisis, ni tampoco reduce las deudas de los ciudadanos. No estoy proponiendo que la prensa no informe sobre estos casos, todo lo contrario; lo que quiero decir, es que me parece una pena encontrarnos cada día con estas noticias.

El fraude organizado no entiende de color político, solo le preocupa obtener pingües beneficios. Lo deseable sería, que las instituciones de este país, hicieran pedagogía (si están en disposición de hacerlo), en el sentido de establecer categóricamente, que una cosa, es el ejercicio de la política y otra muy distinta, los “negocios” particulares o partidistas aprovechando la política.
Recuerdo a Carmen Calvo, quien fuera ministra con Zapatero, cuando en un acto de sinceridad, explicó gráficamente su punto de vista sobre esta situación: “El dinero público no es de nadie”. Pues sí señora, es de alguien, es de todos, es de usted y mío también.

Que la corrupción en nuestro país existe, es algo innegable que sólo se atreven a negar los imputados, insistiendo en su inocencia, aún cuando los indicios y a veces las sentencias digan lo contrario. Y parece que nunca sabremos, si quienes están siendo acusados por los distintos casos, se acercaron al cargo impulsados por esta posibilidad, o si es que la aprendieron desde el cargo; en otras palabras, no sabemos si el ladrón nace, o se hace.

Parece que algunos han confundido la virtud de la paciencia y la buena fe ciudadana, con la condición de ciudadanos subalternos.
En todo caso, si alguien fuera merecedor de la condición subalterna son los electos, puesto que están al servicio de los ciudadanos. Pero lo que no pueden hacer de ninguna de las maneras, es servirse de los ciudadanos para llenarse los bolsillos ilegalmente, con dinero de quienes les votamos.

Seguramente se imponen las resoluciones judiciales, pero hay algo más que todos los ciudadanos uno a uno, podemos hacer para combatir esta lacra: tolerancia cero con la corrupción, siendo este un principio que emplean hasta llenarse la boca, los políticos profesionales, pero que luego no aplican. Y esto hay que decírselo a la cara sin complejos.

No basta con criticar la corrupción, todos y cada uno de nosotros tenemos que estar  permanentemente en guardia contra este latrocinio de fondos públicos, puesto que se trata de nuestro dinero.

Se podría hacer una propuesta: cargos públicos al servicio de los ciudadanos y tolerancia cero real con la corrupción. Y quien no esté conforme con estas premisas, puede dedicarse a otra actividad, puesto que nadie le obliga a ejercer como político profesional. 

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