viernes, 26 de septiembre de 2014
El Confidente
Cambio de época
Qué duda cabe, que estamos viviendo un cambio de época muy
intenso, puesto que ciertas circunstancias han dado un giro de 180 grados en
muy poco tiempo.
En nuestra sociedad basada en el consumo, era normal pensar
que las personas tendrían un trabajo estable, que les permitiría formar una
familia, comprar un piso, dar estudios a los hijos y todo ello teniendo la
seguridad de una cobertura en sanidad pública y una pensión.
Desgraciadamente, la crisis ha puesto en serias dudas,
dejando en el alero, muchas de estas seguridades, en otros casos las ha
fulminado directamente.
Años atrás cuando se daban revueltas callejeras
protagonizadas por protestas ciudadanas, siempre había alguien que teorizaba,
explicando que la violencia callejera, no hacía sino responder a la explotación
que sufrían los trabajadores y que por tanto, se trataba de una violencia
estructural del capitalismo. En estos casos, los medios de información nos
ofrecían cantidad de imágenes sobre esa violencia, en cambio la violencia que
el sistema ejercía sobre los marginados, no siempre resultaba tan evidente.
Ahora sin embargo, la crisis ha dejado a muchos trabajadores
abocados a la precariedad, el trabajo fijo ha quedado en el recuerdo, los
trabajadores de este país ya no aspiran a tener una vivienda de propiedad, sino
a poder seguir pagando un alquiler (si es que tienen la suerte de poderlo
pagar). La vivienda para muchas familias golpeadas por la crisis, ha pasado de
ser un desiderátum, a una fuente de desdichas para muchas familias, que pierden
su piso y encima quedan cargadas de deudas; la sanidad pública ha quedado muy
mermada a causa de los recortes, todos los sueldos han bajado aunque
oficialmente este no sea un dato recogido por las estadísticas, en eso que
algunos llaman “la devaluación interna”. Todo ello también debe suponer otra
forma de violencia, pero en ese caso no se expresa de la misma manera que lo
hacía la violencia estructural, si exceptuamos el movimiento del 15-M, que duró
lo que duró.
En general, la figura que ha emergido del socavón provocado
por la crisis, es la del trabajador pobre, que a pesar de tener unos ingresos
regulares, o más bien mermados, no consigue satisfacer las necesidades
familiares básicas. Esta figura ha irrumpido en nuestra sociedad y algunos
piensan que lo ha hecho para quedarse durante muchos años, pues los recortes
también están recortando la antiguamente denominada “clase media”.
Después de todo, aquel concepto difuso de violencia
estructural, parece haber devenido en una violencia social; en el primer caso decían
que era ejercida por el capital sobre los trabajadores y ahora esta violencia
sería ejercida por un sistema que mantiene la precariedad.
La crisis ha implantado la precariedad y con ella se puede
llegar a una exclusión social creciente, lo cual supone una amenaza para la mayoría
de las personas. En este aspecto podemos decir, que la exclusión ha ampliado su
radio de acción, y ya no amenaza sólo a los sectores que se tenían hasta hace
unos años como marginales, sino que muchos de los que antes se creían a salvo
de ella, empiezan a verse a sí mismos como vulnerables a la misma.
Cualquier ciudadano medianamente informado, estará viendo
las actuales circunstancias, como un problema sencillamente dramático de
supervivencia para mucha gente.
Con todo ello delante de los ojos, tiene delito que frente a
este estado de cosas, haya quien sostenga la prioridad de la independencia de
un territorio sobre la lucha contra la pobreza.
Etiquetas: cambdepoca
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