miércoles, 21 de mayo de 2014

El Confidente


El agujero del Puerto de El Musel

En 2005 la Autoridad Portuaria de Gijón, previa autorización del Ministerio de Fomento (con Magdalena Álvarez al frente), adjudica la ampliación del Puerto de El Musel por 499 millones (sin IVA). El ganador de la adjudicación es una UTE formada por Dragados (ACS), FCC, SATO (Villar Mir) y Alvargonzález (empresa local). La Unión Europea se comprometió a aportar el 43% del total, es decir 249 millones.

En 2007 el Puerto modifica el presupuesto y anuncia un aumento de precio de 216 millones. La UE se niega a financiar esta modificación, al considerar que no es de ningún modo, una segunda fase del proyecto inicial, sino una ampliación de presupuesto sobre el mismo proyecto.

En 2008 un eurodiputado vasco denuncia la modificación en la Oficina Europea Antifraude de Bruselas (OLAF).

En 2011, José Blanco, en ese momento ministro de Fomento, liquida la obra en 623 millones (92 millones menos de los 715 presupuestados en total) e inaugura la remodelación del Puerto.

En 2013, la UTE de constructoras demanda a la Autoridad Portuaria ante los tribunales de justicia, porque considera que deben cobrar 354 millones más.

En 2014, y por tanto 6 años después de ser efectuada la denuncia, la OLAF pide a la Comisión Europea que recupere los 198 millones que ha entregado ya para el Puerto, y no abone los 49,5 millones que están pendientes de entrega. El motivo según el diario El Mundo, es el informe emitido por la OLAF, que ha provocado la apertura de diligencias por parte de la Fiscalía Anticorrupción:
“El informe advierte de una seria sospecha de irregularidad, incluso un posible fraude y/o corrupción en el proceso de contratación pública y en la adjudicación del contrato del proyecto. El informe concluye diciendo que podría haber malversación de fondos y fraude a los intereses financieros de la UE”.
“La OLAF concluye que «los elementos y las informaciones obtenidas durante la investigación indican claramente que se han cometido graves irregularidades”.

Ante todo ello, la Comisión Europea ha enviado un escrito al Ministerio de Hacienda, preguntando si España piensa devolver la totalidad de las ayudas europeas percibidas para la ampliación del puerto de El Musel, que ascienden a 198 millones de euros.
La Comisión Europea ve pocas posibilidades de llegar a un acuerdo con las autoridades españolas y considera que tendrá que recurrir a una corrección financiera unilateral para recuperar los 198 millones.
Según el informe de la OLAF, el mayor coste que dice haber tenido El Puerto en la ampliación, es la consecución de bloques de piedra para construir el espigón unido al cabo Torres (donde bate con más fuerza el Cantábrico).  La OLAF dice que resulta incomprensible que el Puerto asumiese un sobrecoste de 247 millones, invocando el aumento del precio de los materiales (bloques de piedra), cuando la UTE había firmado un contrato para obtener gratuitamente (desechos de extracción) en una cantera a 4 km del Puerto, 24 millones de toneladas de piedra (de los 32), que vienen a ser el 75% del total; sólo se pagaron 7,7 millones en concepto de gastos de transporte.

El 25% de las piedras restantes, se suministraron a partir de la cantera Aboño de León, a 44 euros metro cúbico, un precio seis veces superior al que se había convenido en el presupuesto (8 millones de TM a 7,3 euros/m/3).

En definitiva puede ocurrir, que España tenga que devolver los 198 millones de la ayuda a la UE, pero el sobrecoste alguien lo ha cobrado. Es decir, los ciudadanos directa o indirectamente, tendremos que pagar los sobrecostes, que alguien presuntamente se ha embolsado ilegalmente a través de la ejecución de una obra, que dicho sea de paso, no tiene demasiada utilidad.

En cualquier caso, la relación entre el elevado coste de una obra y su escasa utilidad, nos puede llegar a sonar a algo que conozcamos. Es como para pensarlo detenidamente.

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