viernes, 14 de marzo de 2014
El Confidente
Un PSC en
problemas
Antes de la
fundación del PSC, en 1978, la militancia de corte socialista o socialdemócrata
estaba bastante dispersa en Cataluña, manteniendo una baja representación
numérica. Sin embargo Convergencia Socialista unida a la federación catalana
del PSOE, obtuvo muy buenos resultados en las primeras elecciones de 1977,
tanto es así que ejercieron a modo de catalizador, para que otros pequeños partidos
afines se fueran sumando al proyecto.
Lo que ocurre, es
que entonces y al igual que ahora, la resultante no era un proyecto unitario,
sino la suma de dos tendencias: Convergencia Socialista era un partido con
militantes de clase media alta, catalanista y catalanoparlante; era el partido
de los Maragall, Serra, Obiols, y sin embargo, la militancia de la “federación”
del PSOE, era en gran parte obrerista, procedente de la inmigración y más bien
poco implicada en los planteamientos nacionalistas.
En las primeras
épocas del PSC, una de las mayores controversias que se dilucidaban, lo eran en
torno al idioma; es decir, decidir en qué idioma tenían que ser los debates
internos. En el fondo era el choque larvado de dos segmentos sociales.
En octubre 1982 los
buenos resultados electorales, aupando al PSOE en el gobierno del país, cimentó
de alguna manera la unión artificial entre las dos almas del PSC, un cemento
que se ha resquebrajado cuando el partido ha ido perdiendo poder. La pérdida de
votos ha vuelto a enfrentar a las dos facciones, llegando a traslucir
públicamente esta pelea partidista.
Pero estos
enfrentamientos públicos han hecho que el partido vaya perdiendo votos, de tal
manera que desde Maragall hasta hoy, los secretarios generales que han tenido;
primero Montilla y ahora Navarro, han sido unos gestores de pérdidas en
términos electorales y parece ser, que las previsiones dicen que esta tendencia
puede continuar de una forma importante, lo cual conlleva una sangría de votos.
La lucha interna y
pública entre socialistas catalanistas y socialistas obreristas es feroz, es un
factor que disuade a muchos votantes, que en su esquema mental, entienden que el
sector nacionalista debería estar dentro de CiU y que el PSC debería ser
obrerista. Otros votantes que se sienten nacionalistas y socialistas, tampoco
parecen entender a los obreristas. Si esta situación de pulso abierto entre las
dos facciones se mantiene, se podría llegar a ver como el PSC llega a una
situación de partido marginal.
En el fondo, la
entente entre las dos almas del partido, en los años que los votos eran
abundantes, se fundamentaba en mantener la ambigüedad. Pero al final la
ambigüedad pasa factura; el ofrecer un nuevo Estatut que prometió (pero con cumplió) aprobar
Zapatero, separó a las dos facciones cuando llegó el debate soberanista.
El independentismo hizo
resurgir el primitivo debate entre las dos facciones, a la categoría de debate
principal y esto cuando el principal problema que tenía la sociedad catalana,
era el elevado desempleo o la crisis económica.
Ante los votantes socialistas
no comprometidos con cualquiera de estas dos facciones, esto denota que el
partido no está en la onda de buscar soluciones a las urgencias sociales, sino
en un escenario que se retrotrae a la situación fundacional de 1978. Y esto no
sintoniza con los tiempos que corren.
La inminente caída
de Mas con todo su aparato separatista, puede generar un efecto arrastre, que acabe
marginando también al sector catalanista del PSC.
En todo caso, las
luchas internas y más cuando se percibe una despreocupación por los problemas ciudadanos,
pueden llegar a tener unos efectos electorales devastadores, para el que fue un
partido importante en Cataluña.
Rasgado el velo de
la ambigüedad, ha quedado al descubierto la crisis ideológica entre la
socialdemocracia y el independentismo, todo lo cual está convirtiendo al PSC en
un partido con un electorado cada vez más pequeño y por tanto, en un partido
cada vez menos importante.
Etiquetas: unpscenprobelm
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