miércoles, 5 de febrero de 2014

El Confidente


Una economía muy sumergida

Acaba de aparecer un informe técnico de Hacienda, explicando que con la crisis la economía sumergida ha crecido hasta representar casi un 25% del PIB, en el estado español. Para ponerle cifras, viene a decir que esta economía en “B”, mueve algo más de los 250.000 millones de euros.

Para los ciudadanos que cumplen sus obligaciones fiscales, esto no deja de ser un fraude en toda regla; para Hacienda además, sigue siendo un fraude que no sabe como reconducir. Es un problema difícil de resolver, pero estando de acuerdo con la percepción anterior, podríamos verlo desde otro punto de vista,  ya que seguramente, este 25% de economía sumergida evita el estallido social. Pero Hacienda ingresa menos y la cantidad recaudada es insuficiente para atender servicios, una insuficiencia que también afecta a quienes trabajan en la economía sumergida, de modo que el Estado se ve abocado a endeudarse más para salvar los servicios básicos. Pero más deuda significa también, menos posibilidades de bajar impuestos para así poder crecer.

La economía sumergida no puede ser practicada por trabajadores legalizados, puesto que al tener una nómina ya se tributa, al igual que ocurre con el colectivo de jubilados. Quienes pueden practicar economía sumergida, son determinadas actividades empresariales, en gran parte vinculadas al sector servicios.

Quienes trabajan en la economía sumergida se quejan de que tenemos una gran presión fiscal; “Trabajamos medio año para pagar impuestos”, pero existe otro parámetro denominado esfuerzo fiscal; nos dice que porcentaje del beneficio va destinado anualmente al pago de impuestos. Y cuando se habla de impuestos o tributos, se hace referencia a todo, IRPF, IVA, Seguridad Social, etc.
En 2013, el día de la liberación fiscal en España se situó en el 12 de junio, plazo superior a todos los países europeos. Lo que ocurre que si aquí le añadimos los impuestos indirectos (como debería ser), el día de liberación fiscal no llega hasta mitad de julio. Hay que recordar, que lo que importa económicamente hablando, es la renta disponible, que es lo que incentiva el consumo.

Pagar elevados impuestos, supone retirar renta disponible, lo cual tiene un efecto desincentivador. En no pocas ocasiones se nos ha explicado cómo algunos autónomos, intentan por todos los medios ahorrar para poder pagar sus cuotas como autónomo y de Seguridad Social, o se retrasan y fraccionan los pagos. En muchas ocasiones la economía sumergida, viene a serlo por necesidad, ya que supone numerosas dificultades y afrontar ciertos riesgos nada agradables.

Parece, que mayor cantidad de dinero disponible en el bolsillo de los ciudadanos, generará un incremento en la actividad económica. Existe una teoría llamada curva de Laffer, que indica como una subida elevada de impuestos, acaba generando una caída de ingresos fiscales y que por tanto, aconseja bajar impuestos para que aumenten los ingresos.
Sin embargo esta teoría no se cumplió con las tres bajadas de impuestos de los últimos años en EEUU (Reagan, Bush padre y Bush hijo); en los últimos años Clinton consiguió unos ingresos fiscales del 20% del PIB, mientras los tres citados presidentes aplicando la teoría de Laffer, solo llegaron al 16%.
La explicación que dan algunos economistas, es que esta teoría solo podría funcionar en un país con elevados impuestos, no es el caso de EEUU, donde los impuestos han sido siempre muy bajos. 
Queda por ver, que pasaría aquí, donde no tenemos unos impuestos bajos, sino confiscatorios; puede que si se bajaran impuestos, se podrían dar unas condiciones medianamente adecuadas y puede que entonces, los negocios que trabajan en negro optaran por “emerger” tributariamente hablando. 

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