jueves, 6 de febrero de 2014

Diario de a bordo


Un juicio popular a los privilegios

En estos días, todo el mundillo de la información gira entorno, a la comparecencia en Palma de Mallorca, de la infanta Cristina de Borbón, ante el juez Castro por el vergonzoso escándalo Nóos.
Ayer apareció su abogado Roca, diciendo que la infanta está deseosa de declarar ante el juez. ¡Toma!  ¡Cómo si fuera a asistir a una fiesta de cumpleaños, con confeti y todo!
Vamos, que la señora se siente feliz por ir a declarar. Pues mire, casualidad de casualidades, será el primer caso documentado de felicidad declarativa.

Roca acaba de decir, que no sabe si la infanta hará o no paseíllo, desde la calle hasta la puerta trasera del juzgado, tal y como han hecho todos los demás imputados antes que ella. Digamos que apostaría un café a que no lo hace.
De todas maneras, no hace falta discutir tanto, sobre si va a hacer uso o no, de sus privilegios borbónicos, puesto que tenerlos los tiene y a lo que parece, los ha usado.

La infanta ante las cámaras, siempre ha puesto cara de no haber roto nunca un plato. Y ciertamente puede que sea así, claro que a lo mejor resulta, que nunca ha roto, sencillamente porque nunca ha fregado ninguno.
Manifiesto entender, con todos mis respetos, que no hay señora tan boba en el país, que viendo como su marido compra un casoplón de nueve millones, no pregunte sobrecogida: “Oye, y de dónde sale tanto dinero”? Pues según dicen, este no era el caso; la infanta dice que no sabía nada de nada, por lo visto, ni se fijó en el casoplón, ni preguntó quién lo había pagado, ni tan siquiera de dónde había salido el dinero. Es que claro, cómo estaba tan enamorada, pues…

Que la infanta tiene participación en la empresa cuerpo del asunto, no lo puede negar ni su padre, el rey. Por algo fue cesado Pedro Jesús Ramírez, como director de El Mundo, por publicar demasiadas verdades. Ya lo explicó él mismo, el día de su cese: “He sido atacado por las fauces del poder”
En esta operación de descabece periodístico, me supongo que el PP, no será ajeno como un berenjeno.

A mí me parece una excelente noticia, que la infanta comparezca; de hecho cuando vi que el auto de imputación del juez Castro tenía nada menos, que 227 páginas, me pareció que era como para echarse a temblar; creo que Diego Torres, fue imputado con tres líneas.
En resumen y para entendernos; no recurrieron el auto de imputación, porque al estar tan bien documentado, era prácticamente imposible que la Audiencia de Palma tumbara el auto. La conclusión procesal hubiera sido después, que en vez de ser imputada con la firma de un juez, lo hubiera sido con la firma de cuatro.

Siempre sostuve que la infanta no sería llamada a declarar, claro que tampoco sabía de la gran cantidad de pruebas que parece tener el juez, ni de su tenacidad judicial. El escenario que yo preveía era una no comparecencia, que hubiera podido derivar en un escándalo internacional sin precedentes, al quedar muy en entredicho la Justicia española.

La justicia en nuestro país se ha hecho siempre la despistada cuando se señalaba a un poderoso, pero entiendo, que ver la imagen de la hija del rey declarando ante el juez puede cambiar bastante las cosas.
Siempre se ha dicho, que una imagen vale más que mil palabras. Y si un juez puede llamar a declarar a la hija del rey, todos los demás estamos expuestos a la misma situación, aunque antes daba la sensación cierta, de que algunos estaban exentos de tan penoso trámite.

Continúo presintiendo fundadamente, que en todo caso, la infanta, no acabará siendo condenada y añado, creo que el fiscal Horrac será apartado de su puesto, por haber apoyado  -claro que él debía cumplir órdenes-  en los primeros años del caso, al juez Castro.
Veremos en qué queda todo. El que sí parece predispuesto a sentarse en el banquillo es el balonmanista Urdangarín, investido ahora como talonmanista honoris causa. Ya saben, el yerno perfecto hasta que se le fue la pinza.

Desde hace unos años, con este vergonzoso caso, se está haciendo un juicio popular a los privilegios. Ya era hora de que en España, el pueblo empezara a asumir como propio, el antídoto contra los privilegios, o lo que es lo mismo, aquello del “todos somos iguales ante la ley”. Si los ciudadanos asumimos e interiorizamos este principio, estaremos haciendo en este sentido, una España más europea y menos tercermundista.

Mijail

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