jueves, 31 de octubre de 2013
Opinió
Nueva Sociedad
Cada día estoy más perplejo, esta sociedad en la que vivo no
deja de sorprenderme, creo ver con
estupefacción que las gentes entre la cuales yo vivo, quieren más a los
animales que a las personas, que cuidan a los perros como si fueran niños, les
hablan como si el can supiera hasta latín. “Mira, ja ve el papa”, “El papa t’ha portat una coseta”.
¡Guau, Guau!
“Así, así, saluda al
papa” ???
Pero ¿Qué está pasando?, estoy viviendo en una sociedad
donde tienen más derechos los perros que las personas. Vean ustedes si pasean
por la calle que las esquinas están manchadas de orines, y algunas sembradas de
excrementos. Y nosotros los ciudadanos nos estamos acostumbrando a verlo
normal.
Que el perro ladra y molesta “es normal”. Que aparca el coche y se le mean en el
tapacubos, “es normal”. Pobre animalito, “No,
si no hace nada”, solo se defeca donde quiere y va marcando con orines
todas las fachadas, aunque sean de los vecinos que no tienen perro. Que se
pudren los buzones de correos con tantos orines, “es normal”, que se pudren
mobiliario urbano metálico y puertas metálicas, “es normal”. Que cuando los
dejan solos en su piso no paran de dar la tabarra a los vecinos, “es normal”.
Que el niño llora o patalea, se le da una bofetada, que el perro ladra, déjalo “esta nerviós”. “Pobre
gosset”.
Algunos creen que los perros tienen más derechos que las
personas, sin ir más lejos a la Paeria
le importan más los perros que los ancianos, por eso ha puesto en algún lugar
PIPICANS, para que los pobrecitos canes vayan a defecar y orinar, pero estos lo hacen donde sus amos
quieren, en los jardines o en casa del vecino que está más limpio. Y las personas mayores con problemas de
próstata, no pueden orinar en ningún sitio, si necesitan orinar no pueden ir ni
al PIPICAN. Solo les queda la generosidad de los bares.
Un perro es un perro, un gato un gato y un cerdo un cerdo.
Me contaban el otro día que un joven llevaba una rata, rata, de las de cola
larga, amaestrada y que se le subía a los hombros y se escondía en los
bolsillos. Imagínense que sube con usted en el ascensor y la rata saltando de un hombro a otro y el
joven mirándole con una sonrisa le diga “no si no hace nada, es muy cariñosa”.
Imagínense también que esa rata va a defecar y orinar en la fachada de su casa.
Seguro que a más de uno no le gustaría, ya no lo verían “tan normal” y eso que
ni hace ruido ladrando y los excrementos son más pequeños.
Pero las personas mayores, a pisar excrementos de perro y
sin PIPICAN.
Víctor
Etiquetas: nuevasociedadd
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