jueves, 6 de junio de 2013

Opinió


La hora de los mediocres

Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, que va más allá de políticos, de la codicia de banqueros o la prima de riesgo.

Debemos admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre. Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina.

Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en una clase dirigente, que son los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan, porque son los nuestros. Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas.

Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura.
Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un presidente que hablara inglés o tuviera los mínimos conocimientos sobre política internacional.
Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio ha conseguido dividir incluso a las asociaciones de víctimas del terrorismo.

Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado y no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus investigadores a exiliarse para sobrevivir.

Mediocre es un país donde una cuarta parte de su población está en paro , que sin embargo encuentra más motivo para movilizarse cuando ganamos alguna competición deportiva. Donde además, la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada  y la independencia sancionada.

Un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano y donde vemos políticos que abuchean e insultan sin aportar una idea.
Vemos además, a jefes que se rodean de mediocres para disimular sus propia mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.

Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.   

Forges

Etiquetas:






<< Inicio

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]