jueves, 16 de mayo de 2013

El Confidente


Paraísos fiscales, maldecidos pero permitidos

¿Quién no ha oído hablar de los paraísos fiscales? Ya saben, son esos países generalmente pequeños, con un sistema bancario protegido por la opacidad, que permiten “guardar” allí fondos, incluso digamos que inconfesables. Las grandes ventajas impositivas se suman a la opacidad. Europa les critica que no pregunten la procedencia del dinero que ingresan en las cuentas, pero ocurre que en España, por poner un ejemplo, cuando vamos a abrir una cuenta en un banco con una cantidad, nunca nos preguntan de dónde ha salido ése dinero, y ocurre también, que ciertos paraísos fiscales (Jersey, Caimán, Man, Vírgenes, Gibraltar), son protectorados ingleses, al igual que Andorra es un protectorado hispano francés.

Si vemos la lista de paraísos fiscales, veremos que no son precisamente pocos: en la zona del Pacífico, Islas Cook, Hong Kong, Malasia, Singapur. En el Indico, islas Seychelles y Mauricio. Liberia en África. En el Caribe, Islas Caimán, Antigua, Belice, Panamá, Bahamas, islas Vírgenes, Barbados, Nevis. En Europa, islas del Canal, Jersey, Guemsey, Marshall, Man, Suiza, Gibraltar, Mónaco, Malta, Liechtenstein, Chipre. Otros pueden ser considerados semi paraísos como Andorra. También Luxemburgo, donde existen 200 bancos y más de 1.800 fondos de inversión.
A finales de 2008, Alemania y Francia, tras la sorpresiva quiebra de Lehman Brohters, se plantearon una refundación del sistema bancario internacional con la extinción de los llamados paraísos fiscales incluida.  Los avances en este sentido han sido pocos, si bien ahora Suiza ha empezado a colaborar con la justicia de otros países.
Parece sin embargo por lo que conocemos, que en estos países no se ha puesto impedimentos para que el dinero fiscalmente opaco entre en su territorio.

Sin ánimo alguno de justificar los paraísos fiscales, habría que buscar el origen que los alimenta: uno serían las actividades ilícitas y  otros podrían ser una legislación fiscal impositiva, quizás excesiva en algunos países europeos donde alcanza unos niveles casi confiscatorios, en un escenario de recortes ciudadanos, ayudas a bancos insensatos y nulo apoyo a la economía productiva. Tampoco ayuda el haber entrado en escena el elemento incertidumbre sobre el ahorro privado en forma de quita a depósitos, que ha usado la eurozona.

Si a todo lo anterior, sumamos la hipocresía europea: inglesa (protegiendo ciertas islas), alemana (permitiendo a sus ciudadanos mantener sus fortunas a buen recaudo en Luxemburgo), española (Andorra y Gibraltar), nos daremos cuenta que los paraísos fiscales no parecen  precisamente un género a extinguir, o dicho en román paladino, maldicen los paraísos fiscales que permiten, luego algún interés en común debe haber, por mantener esta hipocresía internacional. 

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