martes, 26 de febrero de 2013

El Confidente


Una reflexión de Groucho 

Nada tan nefasto para una sociedad derrotada, como la confusión añadida por la desconfianza hacia sus gobernantes.
Nada tan funesto para un país en ruina, como observar que las enormes listas del paro se amplían sin cesar.
Nada tan aciago para unos contribuyentes desolados, que ver como algunos gobernantes han ejercido a modo de bandoleros, con el dinero público y por tanto de todos.
Nada tan injusto para unos ciudadanos necesitados, que sufrir recortes en sus derechos, por causa de unos gobernantes que han dilapidado nuestros recursos, provocando enormes deudas.
Nada tan triste para una familia desolada, como perder la vivienda porque previamente se ha perdido el empleo, en medio del deterioro provocado por la crisis.

Ya imagino que mi siguiente reflexión no será ni agradable, ni “políticamente correcta”, pero no me gusta caer en la hipocresía social. Sucede, que si bien los ciudadanos no somos los responsables directos del desastre, sí somos corresponsables, ya sea en forma indirecta. ¿Es que alguien podía creer, que las viviendas seguirían subiendo de precio ad infinitum? No. Todos sabíamos que la burbuja inmobiliaria acabaría estallando, lo que ocurre, es que nadie sabía cuando. Todos sabíamos de la insostenibilidad del modelo, pero muy pocos hicimos algo para corregir el previsible desastre, producido por una burbuja inmobiliaria básicamente especulativa.

Ha tenido que estallar la burbuja, para que los españoles nos diéramos cuenta, de que el ladrillo no lo es todo y que nos es imprescindible contar con un tejido industrial potente.

Ocurre que en este país los ciudadanos estamos acostumbrados a despreocuparnos de la política y no darle la mayor importancia, cuando desde la política se decide todo. Y todo nos afecta, ya sea directa o indirectamente.
Está bien, pensar en el campeonato de fútbol, pero para ser un ciudadano responsable, debemos pensar también en la política que a todos nos concierne, y es ahora cuando nos damos cuenta del error.

Esta despreocupación ciudadana por la política que aquí siempre hemos visto, se da en otros países europeos. En el precipicio de la deuda, estamos Islandia, Grecia, Portugal y España; los otros no. Seguramente, que si analizamos la situación social en estos últimos países, comprobaremos que allí los ciudadanos exigen solución a los problemas sociales y rectitud a sus políticos, aquí en cambio han tenido total permisividad y es más, parece darse la situación inversa; son estos quienes nos exigen a los ciudadanos rectitud y soluciones.

Entiendo que parte de la solución al desastre social que estamos sufriendo, ha de venir por la concienciación de los ciudadanos: los políticos están a nuestro servicio y quien quiera serlo ya sabe a que se expone; si no le interesa, puede dedicarse a otra cosa, nadie le obliga.

El irrepetible actor Groucho Marx, siempre fue tenido por un escéptico, aunque releyendo sus reflexiones, creo ver en él además, a un gran realista; uno de sus pensamientos dice: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos y aplicar las soluciones equivocadas". Groucho no debió escribir jamás esta frase; parece ser, que los políticos que nos metieron en el actual atolladero, siguieron este pensamiento al pie de la letra.

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