martes, 11 de diciembre de 2012
Bloc de Lletres
De la
casualidad a la tentación
Hay objetos que llegan a nuestras vidas determinados por un
caprichoso azar y que poseen la extraña cualidad de interferir en nuestros
destinos, facilitándonos decisiones, afirmando momentos o revelándonos cosas.
La primera vez que me pasó algo parecido fue en Llanes hace
ya unos cuantos años. Estaba en una tienda con unos cuantos amigos cuando se me
antojó un objeto, no revelaré cual, pero, y a pesar de lo que me llamaba la atención,
no me acababa de decidir a comprarlo pues no formaba parte de los típicos
suvenires que solía adquirir en mis viajes, sin embargo en ese momento, una
amiga se me acercó y observando la atención casi hipnótica que le estaba
prestando a aquel objeto me digo: “a veces hay que hacer cosas que uno
intuye que tiene que hacer, por muy raro que parezca”. Esa frase me bastó
para dirigirme a la carga con él. Aquel objeto, que hoy observo en la
estantería, no solo se convirtió en uno de los muchos parecidos que he ido
coleccionando a través de mis viajes, sino que me dio la determinación
necesaria para tomar decisiones que en el aquel momento tenía que tomar.
De esta manera he ido coleccionando una cantidad caprichosa
de cosas que colman mi habitación para mi desespero a la hora de limpiarla. Sin
embargo últimamente, estos objetos que a priori no parecen tener ningún
significado, se me presentan en forma de libros y no siempre libros que yo
compro, sino en algunos que me regalan o me habían regalado hace tiempo.
Cuando uno compra un libro tiene sus motivos para hacerlo,
por muy triviales o caprichosos que sean estos, pero en ocasiones, los libros
llegan a uno sin ser llamados y acaban en tus manos porque el azar así lo ha
querido. Yo personalmente no puedo dejar de caer en la tentación cuando veo una
casualidad, y me hago con ellos para leerlos en el momento. La mayoría de las
veces estos libros me resultan malos, tediosos o incómodos, pero me los leo
igual, por mucho que me cueste. Una vez acabados los pongo en la estantería
donde acabarán sus días acumulando polvo, en esa estantería donde su canto
sobresale de manera particular haciendo que se te desvíe la mirada, aunque
sabiendo que nunca más los volverás a abrir.
En otras ocasiones los libros ya estaban ahí, el regalo de
un amigo que se te olvidó leer o una compra cuya lectura dejaste aplazada, pero
que, de repente toca leerlo, como por arte de magia, y el universo parece que
conspire para que ese libro coincida con un momento muy particular que estás
viviendo, y aunque hubiese sido la propia elección como la ajena la que te
llevó a ese libro, cada página da paso a una incomodidad soberana que invade
por completo, cada uno de los rincones de tu cuerpo. Haciendo que cada párrafo
parezca un mal trago a intentar digerir cuanto antes.
También puede ser que todo esto sea fruto de mi imaginación,
de la autosugestión o como quieran llamarlo, pero qué quieren que les diga, yo,
como diría Oscar Wilde, también pienso que “La mejor manera de librarse de
la tentación es caer en ella”. Y si el destino me pone algo en el camino,
no pienso ignorarlo.
Cristina
Etiquetas: delacasualaentc
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