martes, 27 de noviembre de 2012

El Confidente



Corren malos tiempos para la ciudadanía

Uno de los parámetros que definen la solvencia de un país es sin duda, la capacidad de ahorro de sus habitantes. El ahorro en sí, no es más que una previsión económica que lentamente y con sacrificio hemos guardado, a fin de poder hacer frente a una contingencia no prevista y adversa, de las muchas que suele depararnos la vida.

Tanto en los sistemas económicos capitalistas occidentales del siglo pasado, como en los sistemas económicos socialistas de la extinta Unión Soviética, por poner un ejemplo, se hacía pedagogía política sobre la población, a fin de que las familias procuraran ahorrar. Es decir, las políticas de austeridad, no son una idea que podríamos calificar como de “modernidad”,  o que apareció en 2007, primer año de la crisis. Lo que ocurre, es que una cosa es “aconsejar” cierta austeridad en tiempos de bonanza económica y otra muy distinta es, cuando las circunstancias económicas adversas, obligan a un gobierno a imponer la austeridad con mayúsculas; lo hizo el Gobierno Zapatero y ahora lo continúa haciendo el Gobierno Rajoy. Y si el Gobierno de la nación fuera de otro color político, a estos dos mencionados, se encontraría con la misma obligación europea. Un tema distinto, es sobre qué capa social se aplica el ajuste más grueso de la austeridad, que nos impone la Unión Europea.

El último informe del Banco de España, dice que en las familias españolas, la capacidad de ahorro, se ha desplomado a niveles de hace 50 años; cuantificando en cifras, dice que la mayoría de las familias, gasta 94 euros de cada 100, de sus ingresos.  Se explica que es la peor tasa de ahorro, que seguramente continuará descendiendo en el próximo año hasta niveles desconocidos, al menos desde 1964. Recuerda el informe, que incluso, en los años 80, con una formidable crisis económica, en nuestro país, la tasa de ahorro de las familias españolas nunca bajó del 10%, cuando ahora estamos en el 6%.

Se nos aconseja que nuestra hucha de ahorros nunca debe tocarse a menos sea un imprevisto increíblemente emergente, ya sea una enfermedad, o algo de primerísima necesidad.

La economista Adriana Torres, asesora de inversiones de HD Consulting en California, aconseja que “El ahorro nada tiene que ver con la cantidad de dinero que ingresan las familias. No hay excusas para no ahorrar”.  Muy bien señora, pero si durante estos últimos años y hasta ahora, con nuestros ingresos familiares conseguimos a duras penas y como demuestra la tasa de ahorro, que la economía familiar nos dé para poder desayunar, comer y cenar cada día, si además hemos de ahorrar, parece que tendremos que omitir alguna de estas tres comidas, o comer menos en todas ellas. 

En todo caso, entiendo que cualquier propuesta política o económica (que vienen a ser lo mismo), debe venir acompañada de un plan de ejecución posible o viable.
Si el poder político, no es capaz de hacer pedagogía para solucionar o resolver los problemas ciudadanos, tenemos un problema, pues es un gasto enorme que no nos sirve para nada y ese gasto debe tener inexcusablemente un rendimiento solucionador para los ciudadanos, que debemos exigirle, sí o sí.

Entretanto corren malos tiempos para la ciudadanía, peores aún, para quienes hundidos por el arrastre de la crisis, se sienten ya, como excluidos del sistema. 


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