jueves, 6 de septiembre de 2012

El Confidente



El miedo en el mundo laboral

La doctora en organización de empresas de la UAM, Pilar Jericó, en su obra, “No miedo” (Alienta Editorial), explica los mecanismos y los anticuerpos contra el miedo, en la vida y en la empresa.
El miedo retrae, paraliza, aísla, empequeñece e incluso enajena. Sabiéndolo, no son pocos los que fomentan el miedo para lograr el control completo. Tanto es así, que Bertran Rusell en su día y dándose perfecta cuenta de ello, decía que la conquista del miedo, es el comienzo de la riqueza.

El miedo reside dentro de nuestro cerebro; podemos decir que en este aspecto, que “el enemigo está en casa” y en demasiadas ocasiones, unos aprovechados sacan partido de ello.
Desmond Morris, en su obra “El zoo humano”, llega a la conclusión de que cuando en los pueblos primitivos empezó a existir la jerarquía, apareció el control. Uno de los principales (sino el más importante) elementos de control jerárquico es el miedo. Pone como ejemplo que los antiguos ejércitos hititas, haciendo mucho ruido con sus tambores conseguían intimidar al enemigo; entre ellos los temibles ejércitos egipcios, quienes tenían a los hititas por sus peores enemigos.
Llegados a este punto, Pilar Jericó expone que hoy día, aún muchas empresas creen que el miedo es la mejor fórmula de control y gestión. Piensa que se equivocan porque si buscan a personas con talento, iniciativa y capacidad de arriesgar, no pueden anular estas cualidades con técnicas de sumisión, pues si se pretende lealtad por encima de todo, no se puede buscar innovación: la innovación nace de cuestionar lo establecido.
La actitud del “pelota” frente al directivo, viene a ser una forma de sortear el miedo, pero no tiene ningún sentido, contratar a personal inteligente, para someterlo y decirle continuamente que tiene que hacer; para esto sirve cualquiera.

El miedo ya sea en la vida, ya sea dentro de una empresa, es altamente perjudicial para quien lo padece. El consejo de Pilar Jericó, es que el miedo hay que diseccionarlo; sobre todo el miedo ambiguo, que es el peor; es decir el miedo a la represión general.
Explica que Fromm habla de la dualidad entre el “ser” y el “tener”; nuestra sociedad se ha centrado en el “tener”: mejores casas, coches, mejor empleo, etc. pero no valoramos el “ser”. Una situación que al ponerse de manifiesto, nos garantiza la insatisfacción, pero que además acaba generando más miedo. ¡Tememos perder lo que tenemos, cuando lo correcto sería centrarse en el “ser”!
La autora habla del peor de los escenarios laborales; imagine que va a ser despedido de la empresa donde trabaja. Imaginando esta situación, uno debe hacer sus números, pensar en sus contactos y en definitiva, mirar al miedo a la cara. Después de esto veremos que el miedo sigue ahí, pero ya no le domina, sino que se abre una situación de “No miedo”.

En todo momento, hay que creer en uno mismo; todo esto que la sociedad nos ha enseñado sobre el miedo ambiguo, sobre la sumisión primordial, es una pura patraña para someter a las personas. Y esto sólo se elimina creyendo en uno mismo.

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