jueves, 21 de junio de 2012

Col·laboradors



Unos kilos de más que a nadie apetecen

Llega el verano y con él la ropa fresca que deja ver los kilos de más que llevamos algunos a cuestas, aunque sea en contra de nuestra voluntad.
Existen gran cantidad de dietas y consejos para perder kilos; lo más normal es que decidamos seguir una de estas dietas, pero que debido a los sacrificios exigidos, al cabo de un tiempo abandonemos la dieta y volvamos al exceso de peso; un exceso de peso que entra en el cuerpo a través de la alimentación.

Las visitas no recomendables a la nevera, tienen mucho que ver con la mayoría de los casos de exceso de peso. Todos sentimos la tentación de visitar la nevera, especialmente si pasamos muchas horas en casa. Ocurre que los alimentos asociados a grasas, suelen causar una relajación temporal en el cerebro y por tanto aplacan momentáneamente las preocupaciones negativas.

El consejo con carácter general, es que debemos alimentarnos racionalmente, no emocionalmente. Se ha comprobado que no tener nada en que pensar, o no tener nada que hacer, hace que instintivamente nos dirijamos a la nevera con un objetivo: encontrar algo que llevarnos a la boca para calmar nuestra ansiedad.
Médicos estudiosos del tema, sugieren que hay que encontrar alguna actividad que nos mantenga ocupados, de esta manera evitaremos las escapadas a la nevera; dejaremos de pensar en mordisquear la chocolatina.
Aquí añaden, que debemos comer sólo en las horas normales, desayuno, comida, cena, pero además añaden, que debemos comer de una forma racional. Para evitar atracones innecesarios, recomiendan que disfrutaremos mucho más el propio sabor de los alimentos, masticando sin prisa y recreándonos con lo que tenemos en la boca; aumentar el tiempo de masticación disminuye el apetito con lo cual no se ingiere tantos alimentos.

Evitar tener en la nevera, las chocolatinas o golosinas que nos atraen; si no están allí a mano, debemos desplazarnos hasta la tienda para comprarlas, por lo que ya es más difícil que las consumamos.

Otro factor que influye es la ansiedad, que puede estar íntimamente relacionada con la carencia de horas de sueño necesarias. El cortisol es una hormona que toma el control en episodios compulsivos, cuando las horas de sueño no son las necesarias. El cortisol nos convierte en personas más emocionales que racionales, una situación que nos lleva a visitar la nevera frecuentemente.

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