martes, 6 de marzo de 2012

Diario de a bordo



¿Abaratar el despido puede crear empleo?

Recojo el reto que me envía un amigo en un mensaje con una pregunta: ¿Abaratar el despido puede crear empleo? Me parece interesante la controversia, así que voy a reflexionar sobre ello.

Veamos que dice la teoría económica; explica que hay dos sistemas económicos diferenciados, los liberales y los intervenidos, en ambos casos las consecuencias que acarrea un despido laboral son distintas. En el primer caso, la libertad absoluta, es decir, un empresario puede acordar con un trabajador lo que quiera. En este caso el empleador ofrecerá un sueldo, que sin generarle pérdidas, sea suficientemente atractivo para los trabajadores; caso contrario, estos “ficharan” por otras empresas. Aquí se aplica, dicen, la ley de la oferta y la demanda. Al salario pactado empresario-trabajador le llaman salario de mercado.

Otro sistema, es cuando el Estado regula o interviene ciertas partes del contrato. Cuando se regulan ciertos aspectos como indemnizaciones por despido, salario mínimo, cotizaciones sociales; aquí dicen que todo ello distorsiona el mercado de trabajo. Acusan además a este sistema, falto de productividad y plantean que si una empresa por ejemplo de seis trabajadores, genera la mitad de beneficios que el año anterior, pues simplemente bastaría con despedir a 3 (sin pagar indemnización) para recuperar la productividad. Y nos ponen como ejemplo a Estados Unidos, donde la regulación estatal sobre el mercado de trabajo es mínima. Añaden que con ello se aumenta el interés del trabajador y por tanto la productividad.

Dicen que en cambio, cuando se trata de un sistema intervenido, al tener que pagar las indemnizaciones de despido, la empresa en dificultades no habría podido despedir a los 3 trabajadores sin pagar una gran indemnización que no tenía y que por tanto, acabarían despidiendo a los 6 y cerrando la empresa.
Añaden además, algo que sí parece tener su base: cuando alguien busca trabajo, sencillamente busca trabajo, no busca una indemnización por despido. En esto último podríamos estar de acuerdo, pero todos tenemos que pensar un poco en el futuro y resulta que a veces las cosas no son como parecían. Por decirlo liso y llano, la vida no es precisamente un camino de rosas, sino que y permítanme la expresión, está llena de cabrones.
Se mire como se mire, España tampoco es Estados Unidos, pero asombra un pequeño detalle: aquí rozamos una tasa de paro del 23%, que si se diera en EEUU se armaría la de San Quintín, aquí sin embargo no pasa nada.

Y ocurre con esto lo que con todo; una cosa es la teoría y otra muy distinta puede acabar siendo la práctica, sobretodo cuando estamos rozando ya los cinco millones de parados. Por tanto una cosa son las doctrinas económicas e incluso los cuentos de la lechera y otra muy distinta, cuando la realidad le estalla a uno en la cara. ¿Que quieren que les diga? Intuyo que es muy temerario, aventurar opiniones cuando se hacen experimentos sociales de esta envergadura, en un escenario de parámetros tan variables y volátiles como el que tenemos en este momento. Porque, qué dirá el Gobierno, si dentro de un año por ejemplo, nos encontramos con que hemos llegado a los seis millones de parados? ¿Qué ocurrirá en las calles. Estaremos como están ahora en Grecia?
Digamos que cuanto más lo medito, menos vislumbro una solución de futuro, que cuanto más lo pienso, más desconfío de la buena suerte. Intuyo que precariedad y pesimismo han venido para quedarse muchos años entre nosotros.

Mijail

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