miércoles, 8 de febrero de 2012

El Confidente



¿Son las preferentes, el corralito español?

Veamos un poco de historia: Argentina, 1998, el gobierno de Carlos Menem, dejó un déficit fiscal de 7.350 millones de pesos. Cuando llega a la presidencia, Fernando de la Rúa, se encuentra una deuda externa que ahogaba al tesoro público y aumentaba el déficit fiscal, hasta el punto de que se temía de que el estado entrara en suspensión de pagos. De la Rúa hizo un recorte en el gasto público de 2.000 millones de dólares. Como esto no parecía suficiente, decretó restringir la libre disposición del dinero en efectivo depositado en los bancos, ya fuera en plazo fijo, cuentas corrientes, o de ahorros, de lo que tan sólo podía retirarse una pequeña cantidad periódicamente.
A esta retención bancaria la llamaron corralito y se mantuvo hasta diciembre de 2002. Se habían retenido dentro del corralito, unos 21.000 millones de pesos.

Hace dos semanas, tuvo lugar frente al edificio de la Caixa en Barcelona, una numerosa manifestación de clientes indignados por un motivo, las preferentes. La queja de muchos manifestantes es de no haber sido suficientemente informados, en el momento de contratar estas preferentes.

Las preferentes, que la banca española empezó a colocar entre sus clientes desde 2009, a pesar de que la CNMV advirtió de sus características, publicándolas en un folleto a modo de aviso. Los clientes sin embargo, pecaron de confiados y suscribieron preferentes sin leer la letra pequeña, sin reparar en que:
Las preferentes, son títulos, no son depósitos a plazo fijo. Como no son depósitos, la inversión no está garantizada por el Fondo de Garantía. No tienen un plazo de amortización puesto que son deuda perpetua. Sólo se pueden vender en el mercado secundario, si hay demanda y al precio que decida la demanda. Pagan los intereses anualmente, excepto si la entidad emisora no tiene beneficios o si llega a presentar un déficit de recursos propios.
La crisis ha mermado el precio de las preferentes en el mercado secundario y en este momento, no se puede recuperar la inversión. La oferta de la banca es convertirlas en bonos, que se podrán convertir en acciones al cabo de unos años o convertirlas directamente en acciones, que claro está, pueden subir de cotización o pueden bajar, perdiendo parte de la inversión inicial.

La queja de estos clientes, es que dicen haber invertido, creyendo que era un producto financiero similar a un plazo fijo. Algunos alegan que el nombre de preferentes es apropiadísimo para la entidad bancaria, en cambio para el inversor es justo al contrario.

El problema aparece si estos clientes (que no saben si algún día podrán recuperar su inversión) necesitan el dinero. Parece a todas luces, que tienen sus ahorros atrapados en un producto financiero, que dicen, no eran conscientes de haber contratado. Y si bien no se puede encuadrar exactamente como el corralito argentino, los efectos para los inversores vienen a ser los mismos.
ADICAE señala que el número de pequeños ahorradores afectados, puede llegar a unas 700.000 familias en toda España, con un total de unos 16.000 millones de euros. Ahora las entidades bancarias están proponiendo canjear esos títulos por otros supuestamente, más líquidos pero menos seguros.

En resumen, la banca habrá ganado muchos accionistas o bonistas obligados, pero en adelante y aparecida en esta escena la desconfianza, le será difícil colocar entre sus clientes ahorradores, productos financieros que no sean el clásico depósito, ya sea a plazo o a la vista; la decepción ha sido mayúscula.




Manifestación frente oficinas centrales de La Caixa

(Podeu teclejar u ombrejar, copiar  i enganxar al buscador del YouTube):
Manifestacion frente oficinas centrales de La Caixa en Diagonal Barcelona 

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