martes, 13 de diciembre de 2011

Opinió



A cuestas con la mediocridad

Voy a decirlo sólo empezar aún a riesgo de parecer elitista; no me gusta nada la mediocridad. Recuerdo que en mis tiempos, tuve que hacer uno de esos trabajos de instituto, que debes hacer con el grupo que te asignan y con perfectos desconocidos, con quienes hay que repartir el trabajo. Algunos de ellos no pegaron ni golpe y entre dos tuvimos que hacerlo todo, por más que les pedimos colaboración, siempre tenían excusa y cuando hacían algo era una inutilidad. Entonces entendí que significaba mediocridad.

Desde entonces me los he ido encontrando en el camino como quien dice, los había en la universidad, me los he encontrado después en el mundo laboral e incluso “colocados” en el mundillo de la política; es decir, haberlos, haylos y en algunos sitios, más que en otros.
Para mi resulta desesperante, el haber ido la semana pasada en un lapsus de tiempo, a un comercio para pagar una factura y encontrarme con que aún no la tenían hecha a pesar del tiempo transcurrido desde que hice la compra, pero es que además resulta que la empleada, no la ha querido confeccionar porque “esto lo lleva mi compañera que ahora no está”. Pregunto: ¿Es esta una empleada competente?
Admitiendo que normalmente no trabajamos o estudiamos, en aquello que somos unos negados, cuando trabajamos en algo debemos huir de la mediocridad.
Y pongo este ejemplo por ser el más reciente, que también podría citar mi petición a un concejal para solucionar un problema viario hace meses; reconoció que mi observación era pertinente y hasta necesaria. Se lo anotó en una pequeña libreta. Sí, anotarlo lo hizo, pero todo quedó ahí y no se ha dignado dirigirse a mi (también tomó nota), para darme ni tan siquiera una razón denegatoria. ¿Es este un concejal competente?

Personalmente celebro que me hay tocado tener como compas de trabajo a personas más o menos capaces, digamos que competentes, o por decirlo de otra manera, no demasiado mediocres. He comentado el tema con algunos amigos y detecto que la preocupación por la mediocridad es más común de lo que creía. De todas maneras, creo que no es de extrañar esta situación social; recordemos que era Solchaga, quien fuera ministro socialista, el que decía desde su cargo ministerial, que “en España es donde es más fácil hacer dinero”, y así seguimos.


Sintetizando, llevamos años encumbrado la ley del mínimo esfuerzo, desatendiendo la cultura, haciendo la vista gorda, para premiar a tramposos y pillines, dejando morir de asco a los serios, responsables y trabajadores. Ante esta corriente que todo lo lleva y contagia, es difícil que en general el personal se esfuerce por superarse, que cumpla con su trabajo responsablemente, e incluso se pueda preocupar por algo tan denostado en este país (aunque no en otros) como es la excelencia.

Pero que consecuencias puede tener la mediocridad para un país? Pues las consecuencias puede ser graves. Con todo, creo que la mediocridad no reside en la escasez de habilidades, sino en la falta de impulso por superarse. Lo peor de esta situación, es que lo que más se premie hoy en día sea la mediocridad: da lo mínimo, gana lo máximo y si puedes, sisa un poco. Y llegando a este punto, hay algunos que entienden deben sisar al máximo. Así vamos mal.


Mijail

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