viernes, 11 de noviembre de 2011

El Confidente


Lamentando el disparate

En cierta manera, los desahucios inmobiliarios son la constatación más dramática de la crisis que nos ha tocado vivir. Primero se pierde el empleo, luego pasando un tiempo se pierde la prestación por desempleo y después al no poder hacer frente a los pagos, llega el desahucio.
Verse arrojado de la propia vivienda de una forma atroz, debe ser un drama personal como para no desearlo a nadie.

El Primer Ministro húngaro acaba de reclamar , “hay que acabar con la era de los banqueros que ha arruinado Europa”. Esta frase puede parecer de una excentricidad reduccionista, sin embargo, no es sino un intento de echar la propia culpa a otro. Las hipotecas y las políticas bancarias europeas han sido en todo momento legales, además de consentidas por Europa. La eurozona está regida por unos cargos políticos (a los que pagamos grandes sueldos) que deberían haber vigilado, para evitar que no se produjera esta ruina.

Los bancos han estado dentro de normativa y en teoría controlados por el supervisor de cada país, otra cosa es, que el Banco supervisor correspondiente y bajo control político, se diera a la siesta continuada.
De cualquier manera, la firma de una hipoteca es un acuerdo entre dos, el banco y el cliente que la solicita. Además los contratos inmobiliarios o hipotecas, cuentan con la obligación legal de lectura forzosa, por parte de fedatarios públicos, quienes tampoco alertaron sobre ninguna mala práctica.

Creo que no hace falta legislar la dación del bien, como cancelación de hipoteca, puesto que hace años rige en la Ley Hipotecaria el Art. 140: “ podrá válidamente pactarse en la escritura de constitución de la hipoteca voluntaria que la obligación garantizada se haga solamente efectiva sobre los bienes hipotecados”. Un artículo que no ha sido tenido en cuenta en nuestra contratación hipotecaria. Los españoles no acostumbramos a leernos las leyes, pero tampoco tenemos costumbre de exigir su cumplimiento y todos lo sabemos.
Otra cosa sería, legislar que la voluntariedad se cambie por la prohibición de que la garantía, pueda alcanzar la responsabilidad universal por las deudas, con todos los bienes presentes y futuros.

Claro que en la búsqueda de últimas responsabilidades, podemos llegar a culpar de esta ruina únicamente a los gobernantes, cuando estos han sido votados por todos, luego en cierta manera la responsabilidad debería ser compartida por todos. Mientras los españoles vivamos de espaldas a la política, nada de lo que ocurra debe sorprendernos.

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