jueves, 22 de septiembre de 2011

El Confidente



Nos dieron una receta equivocada

En 2010 nos explicaron que en la zona euro había crisis económica, que tenía como origen un gasto público exagerado, al que se sumaba un ritmo de vida ciudadano derrochador. Para solucionar tal anomalía, nos dieron una receta: reducir el déficit público, aumentar la presión fiscal y reducir el Estado. Y aplicando estas medidas la economía debía empezar a crecer. Con esta excusa se intervino Grecia, Irlanda y Portugal, dejando bajo seria sospecha a Italia y España, pero es que los ajustes presupuestarios fueron de común aplicación en toda la UE. Como profecía decían: Reduciendo el déficit público, las familias consumirán más, las empresas tendrán más actividad y contratarán, todo ello hará subir el PIB.
En su publicación de agosto, Eurostat estima que los repuntes de PIB a finales de 2010, se han esfumado en 2011, cuando además, el FMI acaba de pronosticar un empeoramiento general. Luego, parece que no era demasiado acertada la receta que nos dieron el año pasado, puesto que la crisis no remite.

Lo que no nos explicaron, fueron los basamentos económicos de un país: como fundamentos (incluso en el gráfico de EEUU; “US Sectoral Financial Balances", se dice: "Private Sector – Governement Sector – Foreing Sector” ) aparecen pues tres apartados: el Sector Privado; familias y empresas, es decir, Consumo-Ahorro. El Sector Público; el Estado, es decir, Impuestos–Gastos. El Sector Externo, es decir un saldo ya sea, deudor o acreedor, que tiene un país respecto a otros. Y es obvio, que si un país tiene un déficit con respecto a otros países, esta deuda deberán pagarla o el Estado, o las familias–empresas. A esto se le llama balanza comercial y cada país tiene su balanza comercial con otros países. Por ejemplo, si un país tiene un superávit es porque otro tiene un déficit; en este momento, España tiene un déficit o deuda con otros países.
A su vez hemos de partir, de que estamos en una economía de mercado, es decir, basada en el consumo.

Cuando el Estado introduce un límite legal cero para el déficit, este deberán soportarlo las familias–empresas; o si se quiere es elevar a rango de ley, la prioridad de pagar la deuda a los mercados antes que atender a los ciudadanos. Concretando, o bien la economía se vuelve más competitiva para tener un superávit en el Sector Externo, o las familias-empresas tienen que consumir más que ahorrar, a la vez que se verán afectados con una subida de impuestos. Por tanto, los planes de austeridad estatales significan una reducción de gasto público, pero también más impuestos para las familias-empresas, penalizando incluso sus ahorros.
Tampoco parece posible que la inversión se recupere si las familias-empresas no aumentan su consumo y si esto no cambia pronto de rumbo, más bien parecerá que estemos solamente en una operación de exprimir continuamente a los ciudadanos.


No es ningún secreto, que todas las medidas económicas que veremos próximamente para salvar la crisis, serán desagradables para los ciudadanos, Trichet en su discurso del pasado día 8 no pudo ser más explícito. De todos modos, lo más infumable, es que se nos recorte en prestaciones sanitarias, mientras se mantiene abierto un aeropuerto inútil y deficitario como el de Lleida.

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