lunes, 29 de agosto de 2011

El Confidente



La Unión Problemática Europea 

Todo empezó con unas fundadas esperanzas de evitar otra guerra europea; si los países europeos tenían una misma moneda y unos mismos intereses, presuntamente, se desvanecerían las posibilidades de confrontación ya que los motivos económicos aparecen en la historia como grandes impulsores de guerras.

Cualquier europeo que se haya tomado la molestia de hojear un resumen de los Tratados de Roma (1957), recordará que el eje principal de los mismos, es mantener los principios y los equilibrios políticos y sociales. No obstante, después llegaría el tratado de Maastricht en1992 (sospechosamente, muy poco explicado entre los ciudadanos) que transmutaría estos principios por otros, consistentes en una contabilidad creativa y aplicaciones de ingeniería financiera, todo lo cual permitió una Unión Monetaria que daría nacimiento al euro, aplicando políticas expansivas de crédito.

Así pues, los principios de los Tratados de Roma, basados en una Europa donde primaba el modelo de capitalismo industrial, se han cambiado por los del capitalismo financiero, que 10 años después, han desembocado en la llamada crisis de deuda soberana, una crisis que amenaza con acabar con el proyecto de Unión Europea, que por el momento no pasa de ser sino una Unión Monetaria Europea.
La consecuencia es, que muchas familias y empresas padecen una depresión económica que asola ciertos países de la Unión, por ello empieza a percibirse como indeseable el actual proyecto de europeísmo, no basado en la producción, sino en el consumo y la especulación. Otra cosa es que en este contexto y a pesar del acuerdo tácito, algunos países como Alemania o Italia nunca abandonaron la producción industrial (cosa que sí hizo España), lo cual significa que nunca se fiaron plenamente del acuerdo tal y como estaba diseñado. El ejemplo más patente de desconfianza con el acuerdo de Maastricht lo aportaron Reino Unido, Dinamarca y Suecia, que no adoptaron el euro como moneda; de hecho, hay políticos que estando presentes en la firma del acuerdo, ahora confiesan que en ése momento ya sabían de las trampas contables de Grecia e Irlanda, pero consensuaron mirar para otro lado.

Quizás habrá que recordar a los gobiernos de la UE, las consecuencias del Tratado de Versalles en 1919: al final de la Primera Guerra Mundial, Alemania tuvo que asumir todas las responsabilidades por alentar la guerra; pérdidas territoriales y grandes indemnizaciones, que empobrecieron y humillaron a Alemania, sembrando así la semilla del nacionalsocialismo nazi. Parece que no deberíamos caer otra vez en el mismo error.

Mientras algunos gobiernos de la Unión Monetaria, autores intelectuales y ejecutores de la actual situación, no asumen sus responsabilidades por el estropicio que ello supone para muchos ciudadanos, Francia y Alemania a través del Banco Central Europeo, han forzado a España a incluir en la Constitución una regla fiscal que limita el déficit público y que sólo será creíble, si se aplica a los 27 países miembros por un igual.

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