martes, 15 de febrero de 2011

Opinió



La revuelta del norte de África, significa sinvergüenzas fuera de la política

En Egipto ha pasado lo mismo que en Túnez; que se han quitado de encima a sus dos dictadorzuelos. No obstante habrá que dejar pasar el tiempo para saber ciertamente como queda todo, no sea que todo quede, en el cambio de un sultán por otro.
En Egipto, de momento han cambiado al dictador por una especie de consejo militar. Creo que somos muchos quienes sin tener ningún lazo de unión con ellos, deseamos a los egipcios que tengan suerte en su “revolución pacífica”, como la llaman ellos y vean cumplidos sus deseos de cambio así expresados.

Con gran interés he estado siguiendo la situación durante estos dieciocho días, unos días en los que el pueblo egipcio ha vivido en libertad; por lo menos en una verdadera libertad de expresión. Egipto llevaba treinta años viviendo en un estado policial. No resulta extraño que ya tuvieran los bemoles hinchados, pero no sólo de aguantar tanta autocracia, tanta miseria y tanto latrocinio de estado.
Lo difícil para ellos empieza ahora; si se analiza un poco la situación, se ve que no cuentan con otras organizaciones políticas o civiles, que no sean los grupos islamistas radicales y un ejército acostumbrado a mandar, veremos qué sale de todo esto.

Durantes estos dieciocho días y aparejado con la revuelta, he ido detectando que entre nosotros aparecen cantidad de ciudadanos inconformistas con nuestros políticos, que suspiran añorando para nosotros las revueltas egipcias. Entiendo que se anhele mejoras sustanciales en nuestro país, o que se envidie en cierta manera, la valentía del pueblo egipcio; lo que seguramente no envidian, es a unos egipcios muy pobres y a una transición que ya veremos a donde les lleva.
La cantidad de inconformistas de última hora, que oigo en los bares, añorando aquí una revuelta egipcia, sólo me indican un fuerte deseo de cambio a causa de la fuerte crisis que padecemos.
También podría significar, que los españoles no nos sentimos demasiado representados por nuestros políticos (véase el alto grado de abstención en las votaciones), y tenemos grandes deseos de participar en la política del país en otras formas que no son las votaciones.

Ayer hubo manifestaciones en Marruecos, Argelia y Yemen. Era lo esperado si triunfaba la revolución egipcia y todos podrían acabar en la misma situación.
Sinceramente, no deseo para nuestro país las penosas condiciones en las que viven los egipcios. Si acaso, la revolución podemos empezarla en las urnas y después tendremos que organizar manifestaciones pidiendo remontar la crisis, exigiendo total transparencia administrativa, igualdad a todos los niveles, total respeto a las leyes y a las personas, y justicia en todas las decisiones administrativas o gubernamentales. Y lo más fundamental: sinvergüenzas fuera de la política, en esto sí que podemos coincidir con la revuelta egipcia.


Mijail

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