martes, 25 de enero de 2011

El Confidente



La sonrisa de un amortizado

Si los años 2008 y 2009, fueron ya una demostración nítida del talante del que tanto presumía Zapatero, ha sido en 2010 cuando las circunstancias añadidas a las dificultades, han hecho estallar la imagen de un presidente risueño, que cosechando todo lo que sembró, almacena también mes a mes, las broncas tanto de sus socios en la UE como de EEUU.
Que una espantosa tasa de paro total de un 20%, se acompañe con un estremecedor 40%, de paro juvenil, acaba trasluciéndose en un interminable descontento que gotea en las encuestas.

Vernos zarandeados en los mercados internacionales de deuda, ha sido leerle la cartilla a Zapatero una y otra vez, en forma de tirón de orejas internacional, con el añadido de que estas llamadas a la atención lo son porque los números cantan, es decir no lo han sido en modo alguno, por cuestiones de opinión o ideología, sino una medida unánime, ante el desastre que podía suponer continuar con lo mismo y hundir el euro. Un descontento europeo que juntamente con el descontento patrio, han ido emparedando a Zapatero, hasta acabar siendo una marioneta en manos de dirigentes europeos.

Los recortes en derechos sociales plasmados en una dura reforma laboral. Los recortes salariales y en las pensiones, ponen negro sobre blanco, que el discurso electoral de nuestro presidente, se ha trasmutado en precisamente, todo lo contrario de cuanto prometió. Resalta que incluso, habiendo prometido no gobernar a golpe de decretazo, es la forma de gobierno que más está empleando.
En este estado de cosas, muchos votantes que siempre le habían defendido, al verse defraudados han perdido la fe en él; algunos se atreven a proclamar abiertamente y sin complejos, su intención de voto a la oposición. Negar la crisis primero en 2008 y que nos explique en 2011, que durará cinco años más, tiene su coste en términos de credibilidad.

La estrategia se repite y Zapatero está jugando a la supervivencia in extremis, tal y como ya hizo el felipismo en mitad de los 90, cuando veía tambalearse su permanencia en el poder. La ley Sinde derrotada en el Congreso, ha sido la plasmación del descontrol, descoordinación y huida hacia adelante, de un ejecutivo, que ya venía muy tocado del conflicto artificial con los controladores aéreos; ¿Cómo puede salir ahora el ministro, a explicar que se puede encarrilar fácilmente el convenio colectivo con AENA, cuando hace un mes, según él, era imposible? No pretenderá hacernos creer que el convenio lo han traído los reyes magos de oriente?

Para observadores un poco más avezados, también cuenta la invisibilidad de Zapatero en términos europeos, donde no se cuentan con él para nada, salvo para que aplique las soluciones que le han dado. Otra cosa es, que las soluciones que le obligan a aplicar, lo amortizan a él electoralmente a beneficio de inventario.
En ciertos foros periodísticos, se piensa que estamos inmersos en una intervención de facto (ahí están las medidas), que no de formas y dan a Zapatero como amortizado, por considerarle un candidato impresentable para un partido, que ve como el descontento de los españoles está presente en todos los escenarios. Y todo esto tiene su lógica, pero con este personaje tan camaleónico, tampoco es descartable que se presente como candidato, prometiendo una vez más a sus electores, todo lo que ahora con sus hechos está desmintiendo.

Lo peor de todo, no es que él pague por sus desaciertos, sino el efecto arrastre que sus errores suponen para todos nosotros, para nuestra ya precaria economía familiar; no en vano, el récord de parados, es español.

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