martes, 13 de abril de 2010

El Confidente

Hoy siendo martes y trece, a Zapatero continua sin gustarle que le contraríen



En el cotarro mediático de la política se explican muchas cosas, algunas parecen sumamente curiosas. Una noticia aparecida en la prensa nos informó de unas declaraciones de la que fuera ministra de Cultura de Zapatero entre 2004 y 2007, Carmen Calvo, según las cuales: “El dinero público no es de nadie”. Una frase desafortunada pero también sospechosa donde las haya, porque el dinero público no está huérfano de titularidad, sino que es de todos los españoles.

Cuando el Presidente la cesó como Ministra, muchos se lo atribuyeron precisamente a estas declaraciones, sin embargo la realidad puede tener un mayor alcance; cuenta el periodista García Abad, que el día de la investidura de Zapatero, Carmen Calvo le regaló un libro oriental (se le supone que con la mejor intención), donde se relata como un príncipe, debido a una serie de circunstancias acaba convertido en mendigo. Por lo visto, la moraleja alude a la temporalidad del poder en una democracia.
Dicen que Zapatero conocía el relato y que en cuanto lo vio, fulminó a Carmen con una mirada. Dicen que la pobre se quedó apesadumbrada viendo que su regalo bienintencionado había conseguido enfurecer al ya Presidente.
Pero es que además, Carmen le llevó la contraria a Zapatero en varias ocasiones y este la miró de la misma forma fulminante, que lo había hecho en la investidura con el libro en la mano.

Relata García Abad, su creencia en la existencia de un algo que inocula distanciamiento con la gente, a todos los presidentes que han pasado por la Moncloa. Según Juan C. Jiménez, profesor de Sociología, “Hay gobernantes que no muestran ninguna tolerancia a las críticas, creen que lo están haciendo bien, ya que cuantos les rodean así se lo dicen adulándoles y no escuchan nada que les llegue en sentido contrario, antes bien, piensan que ello proviene de partidos en la oposición”. Es decir, que cualquier crítica proviene de una entente conspirativa. Añade que en este tipo de situaciones, estos gobernantes acaban por encerrarse en círculos reducidos, en los que tan sólo admiten la presencia de los que repiten una y otra vez lo que el gobernante quiere oír. Son en definitiva, como unos papagayos que repiten interesadamente las ideas de un jefe que les paga muy buen sueldo como asesores o ministros. Llegados a esta situación de farsa continuada, el gobernante acaba poniéndose siempre al lado de aquellos que le dan la razón.

Según García Abad, a Zapatero no le gusta que le lleven la contraria y le atribuye una frase suficientemente explícita: “A los tocapelotas sólo los aguanto durante un rato”. Si Zapatero no quiere escuchar críticas ni consejos y por tanto es de prever que seguirá como ahora, cómo vamos a salir de la crisis?

Zapatero puede enredarse en sus típicas campañas llamativas, ley de economía sostenible (o insostenible, ya veremos) incluida, pero lo que de verdad nos hace falta es alguien que busque soluciones y cierre la crisis económica ya, porque esta se nos está comiendo el tejido productivo y con él, se van los puestos de trabajo.

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