miércoles, 30 de septiembre de 2009

El Confidente

DESDE EL PICNIC A LA CRISIS (III)
La factura del desastre



La crisis de las subprime ha demostrado sin ningún género de dudas, que el capitalismo especulativo como sistema es un rotundo fracaso. Hemos visto como el capitalismo especulativo, apoyado y consentido por los gobiernos occidentales, ha provocado una crisis económica mundial, con unas consecuencias conocidas y otras, que por el momento ni siquiera alcanzamos a imaginar.

Los países desarrollados, proclamaron una “economía globalizada”, precisamente en el punto álgido de la economía especulativa, lo cual da pie a sospechar, que un motivo “globalizador” podía ser el facultar de disculpa, a un gobernante cuando el sistema falla; algo así dijo Zapatero para justificarse ante la crisis: “Tenemos algunos problemas que nos vienen de fuera” .
Analistas independientes, dan por seguro que la recesión seguirá aumentando, por más que los gobiernos se empleen a fondo en pintarnos de color mejorías una situación de color crisis. Su intento por alentar el consumo y tranquilizar los mercados, parece ser en vano cuando simplemente miramos a nuestro alrededor. La explicación: en una economía basada en el ladrillo y en un entorno de elevado desempleo, desempleo es morosidad bancaria, siendo este un fenómeno que se retroalimenta.
Ciertos analistas, dan por descontado que el desempleo masivo puede volver a aumentar.

Pero más allá de las previsiones de unos u otros, el debate abierto desde que estalló la crisis sigue siendo el mismo: ¿Quien debe pagar la factura de la crisis? Aquí es donde aparecen dos posturas enfrentadas: la de los responsables de la crisis y la de las víctimas.
En este punto resulta definitorio el discurso avariento de los responsables de la crisis: ¡La factura que la paguen los demás! Es decir, las víctimas.
Por el momento, la única solución aportada por los gobiernos cómplices, ha sido entregar millones de euros o dólares a los bancos para evitarles graves problemas. A continuación, estos bancos ayudados con el dinero de todos, exigen (Sr. Trichet por el Bco. Central Europeo) que los gobiernos legislen una disminución de los ya escasos derechos laborales que nos quedan, o lo que es lo mismo, aumentar la precariedad laboral en forma de reducción de salarios y de compensación por despido, lo cual sigue certificando, que su propuesta no es otra, que hacer pagar la crisis a las víctimas.

Concretando en España, las peticiones de la patronal siguen el mismo guión, aún cuando la Comisión Europea, lleva años reprochándole a España sus salarios excesivamente bajos.

Otra solución a la crisis, sin precarizar más aún los derechos laborales, podría ser intentar una reactivación económica por la vía de estimular el poder de compra, aumentando los salarios. Implementando conjuntamente por ley, la presencia del Estado en los consejos de administración de los bancos “ayudados”, mientras no devuelvan al tesoro público, todo el importe del socorro. El control tendría como objeto controlar y garantizar tanto el crédito como las inversiones en proyectos sociales. Claro que esta solución ha sido desoída por los responsables de la crisis, que sólo son capaces de ver el mundo a través de su mirada avarienta.
Algunos gobiernos como el de EEUU, han puesto orden entre la banca, que está devolviendo las ayudas para librarse del control del Estado. Otros como el de España, permanecen simplemente desorientados.


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