miércoles, 3 de junio de 2009

El Confidente

Digámoslo con Z de "Zinismo"

El pasado uno de abril, tuvo lugar en Londres la Cumbre del G-20, una cumbre a la asistió Zapatero por una cesión de sillón que le hizo Zarkozy, a cambio según se dijo, de una transacción mercantil que le interesaba.

El objetivo para acudir a la cumbre, según explicaba el presidente de Gobierno, en un video incluido en la página web del Plan E, era: “para construir un sistema financiero más transparente, seguro, eficaz y fiable, para ello España defiende la eliminación de los incentivos que han provocado abusos y codicia. Dar un nuevo respaldo a incrementar la inversión, todo ello debe hacerse con la mirada puesta en las familias, en los trabajadores y en los que menos recursos tienen. Existe la necesidad de mantener los compromisos de lucha contra la pobreza”.
El discurso está muy bien, pero vayamos tras los pasos de los zapatos de Zapatero, que llegó a Londres, según informa la prensa, con un séquito de 37 personas, que se alojaron en el lujoso hotel Jumeirah Carlton Tower, situado junto a Hyde Park, a los almacenes Harrods y a Buckinghan Palace. Es el hotel de gran lujo que está construido en la bahía de Dubai.
El emplazamiento no está mal, lo que ocurre, es que tanto él como su sequito, se podían haber alojado prácticamente sin coste para nuestro erario público, en las magnificas instalaciones que posee la embajada española en Londres. Aunque también podrían haberlo hecho, en la lujosa residencia del embajador español. Esto hubiera sido una decisión austera.

La decisión de Zapatero fue muy otra; nada menos que alojarse con toda su comitiva en el Jumeirah, pagando según dice la prensa, a 630 euros la noche.
Entiendo que la factura a pagar sumó un dineral, dado que los 630 euros/noche no podían ser en modo alguno el precio de la totalidad, puesto que esto arrojaría un precio por cada persona de 15 euros/noche, un precio ridículo para un hotel de lujo. También hemos consultado precios de habitaciones y créannos que no se trata precisamente de un hotel baratito.

Es decir, que el discursito de que hay que ir contra los incentivos que han provocado los abusos y codicia, que hay que incrementar la inversión con la mirada puesta en los que menos recursos tienen, que debe mantenerse los compromisos de lucha contra la pobreza, sólo era una lección de austeridad mientras se hacen políticas de despilfarro. Sólo era propaganda para que se lo creyeran los sufridos votantes de a pié, en una situación de cuatro millones de parados; a esto en mi pueblo se le llama cinismo.

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