lunes, 27 de abril de 2009

Cartes al Director

El Imperio americano y sus dilemas

Con medio mundo ilusionado por el nuevo rumbo que un negro le pueda imprimir a la política del Imperio, en un escenario de crisis profunda del capitalismo, muchos son los dilemas y retos que enfrenta la presidencia de Estados Unidos. Retos que no solucionarán ni el color de su piel ni el ideario demócrata que lo sustenta.

El equipo económico de Barak Obama estudia la posibilidad de una nacionalización de la banca americana, como consecuencia de su quiebra formal y real, conscientes de que la inyección de cientos de miles de millones de dólares no garantiza ni su estabilidad, ni la reproducción formal de su papel económico, esto es, la compraventa de dinero y la liquidez de los sistemas económicos.

El casino global de activos tóxicos y de pirámides financieras es tan profundo en EEUU y en la cercana Inglaterra, que los responsables de economía saben que hoy ésa banca es un agujero negro, en medio de la crisis. Está en juego la esencia del propio sistema capitalista, consecuencia de una crisis por sobreproducción global en todos los sectores, incluso de la financiera y del dominio de los capitales ociosos y rentistas sobre la economía real.

La consecuencia de una intervención masiva en la banca es la traslación de ésa quiebra a las cuentas públicas, ya en situación alarmante en EEUU, con una deuda cercana al PIB.

El “New Deal” de inversiones públicas y estímulos fiscales para las clases medias (recuérdese que en EEUU las clases bajas están en las alcantarillas y no cuentan) no van a significar un fuerte impacto sobre una economía que ha colapsado en toda su grandiosidad. En cualquiera de los casos, la salida de la crisis será lenta y dolorosa.
Asuntos como una sanidad menos costosa (que no pública), y unas nuevas energías más limpias y eficientes, quizá puedan ser un acicate para un despertar neokeynesiano, que permita un cierto desarrollo tecnológico y un intento de salida al callejón de la crisis.

Pero donde sin lugar a dudas el ideario demócrata se juega una parte de su proyecto y de su supervivencia, es en el mantenimiento de las costosas guerras “preventivas” por el control del petróleo y el dominio geoestratégico del mundo.

Los demócratas, por regla general, han huido del escenario de guerra total, pero habrá que estar muy atentos a la presión que ejerza el complejo militar-industrial.
El salvaje gobierno de Bush utilizó su mandato para meter a su país en una aventura militarista imposible de sostener con unas finanzas en declive, ignorando el principio (que debería ser obvio incluso para un imperialismo con un mínimo de cordura) de que el coste de una guerra no puede ser superior al botín obtenido por ella.

Con un escenario de salida de la crisis bajo control de las clases dominantes y los gobiernos que las representan, hay que esperar poco o nada. Todo lo más, la destrucción, más pronto que tarde, de los restos del estado del bienestar que aún sobrevive, sobre todo en la Vieja Europa.

M. Hernández


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