sábado, 20 de octubre de 2018
El Confidente
Cuando un negocio perjudica a otro negocio
Parece
que a fecha de hoy, caben pocas dudas sobre la perniciosidad del tabaco. Lejos
quedan, los años en los que la costumbre de fumar se tenía por algo correcto, por
un uso social más, hasta el punto de que gran parte de la juventud de aquel
momento, intentaba empezar a fumar tempranamente por aquello de aparentar más
edad de la que en realidad se tenía. En ese momento, fumar “era cosa de
hombres”, pero andando el tiempo, también llegó a ser cosa de mujeres.
Cuando
la Sanidad pública y la Sanidad privada que regentan las mutuas, se dieron
cuenta de la gran cantidad de problemas sanitarios derivados del tabaco que
tenían que afrontar, formaron un frente común para erradicar la costumbre
social de fumar. Estrategia: campaña occidental permanente contra el tabaco,
con leyenda de peligrosidad, incluida en las cajetillas y prohibición de fumar
en espacios públicos.
Toda
esta campaña educativa o pedagógica, ha conseguido que muchos fumadores razonables
abandonen el tabaco, pero el vicio es el vicio y siempre quedan bastantes
recalcitrantes, aspecto este, que han aprovechado algunos para desarrollar y
comercializar los denominados cigarrillos electrónicos; se trata de tabaco seco
calentado sin combustión, con lo cual se exhala una especie de vapor, que es
ingerido por el fumador, en la creencia, de que este sistema es menos
perjudicial que el tabaco quemado.
Existen
ya sin embargo, estudios médicos que aseguran, que el vapor inhalado contiene
sustancias tan cancerígenas como el tabaco, pero es que además, contiene
metales como los venenosos, cromo y plomo, en cantidades superiores al humo del
tabaco quemado.
Debemos
saber también, que este tabaco prensado contiene una sustancia cancerígena, el acenafteno,
en una concentración doblada a la que tienen los cigarrillos clásicos
El
cigarrillo electrónico no ayuda a dejar de fumar; los estudios médicos son
tajantes en este sentido.
Los
fumadores recalcitrantes, alegan que fumar les relaja, lo cual es
científicamente falso ya que el tabaco es un estimulante, pero la falta de
nicotina les genera una ansiedad que calman fumando.
En
resumen, es cierto que la costumbre no natural de fumar perjudica la salud,
pero echamos de menos campañas permanentes como la emprendida contra el tabaco,
para otras cuestiones; contra el no natural consumo de alcohol, refrescos
azucarados o la eliminación de algunos tipos de plásticos en la cadena
alimentaria, por ejemplo.
La
campaña pedagógica occidental solo contra el tabaco, no parece mostrar un
interés desmedido por proteger la salud pública, sino que más bien dibuja, la
imagen de un negocio que perjudica a otro negocio. Aparte de que también se
podrían montar otras campañas, para otras muchas cuestiones; fomentar el
respeto a los demás, podría ser una de ellas.
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