viernes, 3 de febrero de 2017

El Confidente


Demasiadas cuerdas para un violín

Después de la corta “no legislatura” del “no es no”, hemos iniciado otra donde parecía que el pacto de Estado primaría por encima de todo, sin embargo, vemos ahora cuan equivoca era esa apreciación; quizás confundiéramos el deseo con la realidad, lo cual no nos exime de afrontar los avatares que el tiempo nos depare.
El presidente Mariano Rajoy, parecía presumir de haber resistido mejor que sus competidores a los embates de la política en un año de sobresaltos políticos como nunca habíamos visto, pero todo fue una ilusión, pues cuando los intereses políticos (y personales) están tan divididos, basta con que alguno de los protagonistas tire de su cabo para que se rompa totalmente el precario equilibrio en la madeja.
Puede que la inestabilidad política, sea uno de los factores que más caracterice a una profunda crisis económica, pero a nadie se le escapa lo difícil que es gobernar un país desde la inestabilidad.

La gestora del PSOE pareció dar una bocanada de estabilidad a la gobernabilidad del país, más aún cuando después voto en favor del techo de gasto. Cambian ahora las cosas, cuando se niega a apoyar los Presupuestos Generales del Estado y bien parece, que simplemente se ha cambiado el “no es no” por el “sí pero no”.


A finales de año, Rajoy parecía mirar al próximo con un cierto optimismo parece que infundado, ya que no explicó con los votos de quién contaba para sacar adelante los Presupuestos Generales, que al fin y al cabo viene a ser la incógnita que subordina la convocatoria de nuevas elecciones para 2017. En vez de explicar cuáles serían sus apoyos, se dedicó a mostrar su voluntad de agotar el mandato, sabiendo que ello conlleva actuar como el mejor maestro equilibrista, en un marco en el que otras manos fuertemente interesadas se empeñan en desestabilizar la situación: es posible que unos nuevos comicios en 2017 no interesen ni a PSOE, ni a Ciudadanos, ni tan siquiera a Podemos y no digamos ya a la Convergencia del 3% y bien podría parecer, que la pretendida confianza o fortaleza de Rajoy se fundamente exclusivamente en la debilidad de sus contrincantes.

El presidente explica que ahora lo que se impone es el pactismo, cuando todos sabemos que dos no pactan si una de las partes no lo desea.
Apela también a la unidad frente al reto de los separatistas catalanes, cuando esta unidad la hacen zozobrar a menudo, tanto los Podemos como los PSOEs, siendo este un problema añadido a la ponencia presupuestaria; un problema este del separatismo, que viniendo de antiguo (simplemente porque el Estado ha estado ausente de Cataluña), el propio Rajoy ha dejado pudrir desde el año 2012, esperando que sencillamente se solucionara “por si solo”, cuando sabe que los problemas no se suelen autosolucionar.

Rajoy ha sido investido director de orquesta política, cuando resulta que algunos músicos amenazan con interpretar expresamente la partitura leyéndola al revés. Para intentar enderezar el entuerto, Rajoy ha tomado el primer violín intentado seguir la partitura que él ha puesto en los atriles, pero ello puede resultar una tarea ímproba, cual es la de tocar un violín con demasiadas cuerdas.

Nunca fue fácil predecir el futuro, pero encarando la gobernabilidad de España, en estos momentos parece que estemos buscando la cuadratura del círculo y parece que las aspiraciones de Rajoy por agotar la legislatura, no eran sino una quimera, como las quimeras separatistas de la banda del 3%: 2017 será seguramente un año de “posibilismos”, entre ellos unas nuevas elecciones, en las que además de visualizar la italianización de la política española, nos costarán otros 160 millones de euros.

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